Deja de decirme que te deje ir

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ALEC MIRÓ DESESPERADAMENTE LA VISIÓN DENTRO DEL PENTAGRAMA. Miró a todas las Shinyun, y todas se veían igual. Buscó la cara decada Magnus, y todos ellos eran Magnus. Magnus balanceando una cuchilla, Magnus jadeando sobre sus rodillas, Magnus con las manos en alto, Magnus con Shinyun en el pecho y la espada de ella en alto para un golpemortal.

—La broma está ante ti, cazador de sombras —dijo Bernard, hablando ahora con su propia voz.

Hubo una ola de risas de los miembros de la Mano Carmesí a su alrededor. Helen se giró hacia ellos, con el cuchillo serafín brillando en su mano... y las lágrimas resplandeciendo en sus mejillas.

«Ella está llorando por mí —pensó Alec con distante sorpresa—. Por mi.»

—Cállate —siseó ella. Sus risas murieron.

—Creo que es muy divertido —dijo Bernard—. Vino aquí pensando que era un héroe. ¡Decidido a derribar al enemigo! Pero ni siquiera puede encontrar al enemigo. No sabe cuál de todas es ella.

Alec tendió su arco, lo mantuvo firme y apuntó.

—No tengo que hacerlo —dijo—. Sé cuál de todos es él.

A través de la luz brillante del pentagrama, dejó que volara su flecha.

Magnus espero un golpe que nunca llegó. Con un repentino grito, Shinyun se echó hacia atrás, con una flecha incrustada en su brazo.

Una flecha familiar.

—¡Alec! —Con un alarido, Magnus se liberó. Rodó sobre la tierra, se levantó de rodillas. Otra flecha pasó sobre su cabeza, hacia Shinyun; se lanzó hacia la forma sombría que podía percibir débilmente a través del brillo del pentagrama y empujó su mano a través de la barrera mágica, hacia la luz.

Poder poner sus dedos fuera del borde del pentagrama había resultado ser útil, después de todo. Magnus sintió que una mano la tomaba. La mano de Alec, abrazándola como lo había hecho dos veces anteriormente, en agua fría, en el borde de un acantilado y ahora en un pentagrama con el Demonio Mayor que era el mayor temor de Magnus.

«Toma mi fuerza», le había dicho Alec una vez, y Magnus, que siempre había tenido que ser lo suficientemente fuerte por sí solo, se había sorprendido. El poder fluyó hacia Magnus cuando, una vez más, Alec le dio su fuerza. La magia volvió, cálida y brillante, aterradora y transformadora.

La energía cantó a través de sus venas. La misteriosa luz del pentagrama comenzó a cambiar. Magnus soltó la mano de Alec y se volvió hacia su padre.

—No —Asmodeus exclamó, como si por su orden pudiera revertir lo que Magnus había hecho—. Magnus, espera ...

El poder explotó de Magnus, el amor, la magia y el poder angelical se fusionaron, y las barreras del pentagrama se rompieron. El mundo a su alrededor regresó, un caos de cultistas y demonios caídos.

Pero Asmodeus no pudo. A pesar de que su proyección en el mundo mortal se desvaneció en la sombra, el Demonio Mayor Asmodeus, gobernante de Edom y Príncipe del Infierno, levantó su brazo, y una profunda oscuridad comenzó a expandirse desde el centro del pentagrama, dibujado en luz.

El manto de nubes arremolinadas en lo alto se agrietó, y el vórtice palpitó y vaciló. Comenzó a perder su forma, la luz cegadora, blanca y medianoche, brotó de las fisuras en el cielo. La tierra se dobló bajo sus pies, y un pozo negro se abrió en el centro del antiguo pentagrama, con su boca hambrienta chupando todo hacia su abismo. Magnus comenzó a deslizarse cuando la plataforma de madera se derrumbó bajo sus pies como la tierra.

Magnus cayó de rodillas. El tirón creció en intensidad, desgarrando cada célula de su cuerpo. Sus nervios gritaron y se encontró a sí mismo aferrado a las tablas combadas del escenario como un salvavidas.

Amor diferente (Malec) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora