Rebecca se encontró con Olman afuera del trabajo. Estaba emocionada, en su época universitaria, ella y él fueron grandes amigos. Cómplices en travesuras, hasta cierto punto habían intentado ser más que amigos.
Habían cruzado la línea de las relaciones sexuales ocasionales, hasta involucrar sentimientos más profundos. No duró mucho su relación y quizá esa fue la causa de su distanciamiento. Olman nunca le perdonó que lo cambiara por Helene.
Rebecca había conocido a Helene en su último año de universidad. Fue en un curso de portugués que las dos tomaban en la Embajada de Brasil dos veces a la semana por la noche. Al principio solo se trataban como compañeras, pero de pronto Beck sintió una gran atracción por la ingeniera agrónoma.
Helene era todo lo contrario de lo que podía llegar a gustar a Rebecca. Lo primero era que fuese mujer. Obviamente Beck nunca se había identificado como lesbiana, ni tampoco había sentido una atracción tan profunda por una. Pero Helene era diferente, su forma de ser y su educación tan exquisita la habían cautivado en cuerpo y alma.
Nunca la abordó directamente, tenía miedo que Len reaccionara de mala manera. Trató de ser sutil, citas esporádicas, obsequios disimulados, cumplidos. Helene era de mente abierta hasta cierto punto, pero aún tenía ideas en aquel momento preconcebidas. Su vida solo giraba entorno a la excelencia académica. No se tomaba un respiro para nada más.
"- Olman-. Dijo después de haber terminado su encuentro en la cama"
"-Si – respondió él, mientras buscaba sus pantalones en el cuarto."
"Me gusta alguien más"
Desde ese día dejó de involucrase con él. Cambió radicalmente su actitud y puso todos sus esfuerzos en Helene. No sabía como conquistarla, pero estaba segura que la quería en su vida.
Sin embargo, después de seis años de matrimonio y los últimos dos los peores de su vida, Beck se estaba preguntando si había sido correcto haber alejado a su amigo.
Beck le dijo a Olman que lo seguiría en su auto. La cena era las 7:30 de la noche.
Estuvo el resto de la velada distraída mirando a Olman, no podía negar que seguía siendo cautivador. De pronto el recuerdo Helene cruzó por su mente, su pensamiento le hizo acordarse de que aún estaba casada. Se sintió avergonzada, pero pensó que si su esposa podía salir con sus "amigos" ¿por qué ella no?
-¿Te estoy aburriendo? – preguntó mientras sonreía, no pudo evitar ponerse nerviosa.
-No, claro que no. – respondió riendo nerviosamente.
-A mi me aburren las juntas de trabajo, ya que soy el representante no puedo argumentar malestar estomacal – bromeó – pero contigo Beck, nunca me aburró, tu tienes toda mi atención. – Estiró su brazo sobre la mesa y tocó gentilmente su mano. – Veo que no llevas tu anillo, ¿Cómo esta Helene?
Su pregunta la tomó por sorpresa.
¿Cómo estaba Helene? Becke sabía muy bien la respuesta. «Dolida, rota, deprimida, decepcionada, distante». No tenía el valor de ser sincera, sabía muy bien que su matrimonio se caía a pedazos, Helene ya ni si quiera preguntaba como ella se encontraba, no se involucraba. No hasta la noche anterior, cuando buscó un poco de cariño, pero Beck la había echado sin ningún motivo. Entonces recordó la cena con Helene, en el pabellón dorado.
Miró su reloj y ya eran pasadas las ocho y media. No había sentido el tiempo. Se disculpó por un momento con Olman para ir al baño.
Trató de llamar a Helene, pero solo llegaba al buzón de voz. Y cuando creyó que había respondido se dio cuenta que la línea estaba ocupada por otra llamada.
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Incertidumbre
RomanceSu matrimonio se desmorona apedazos. Tal vez era necesario dejar el orgullo a un lado. De su amor sólo quedó humo: una nueva existencia para una vida de eterna ceniza.