Vinte e dois

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-Hola, Helene. ¿Cómo te sientes? – Preguntó Beck.

Había algo que Rebecca nunca pudo olvidar. La tarde cuando recibió la llamada del jefe de Helene avisándole que había sufrido un accidente con la planta de procesamiento. El hombre ni había querido dar más detalle, pero le suplicaba que fuera lo más rápido posible a urgencias.

Helene había pasado cinco horas en quirófano y dos más en observación. Su camilla había sido bajada al quinto piso de ortopedia en el Hospital General del Seguro Social. No la dejaron verla hasta al día siguiente en horario de visitas.

El vivido de recuerdo de Len, postrada en aquella camilla nunca había abandonado su mente.

Ahora se encontraba en la misma situación. Una Helene rota y posiblemente deprimida. En dos años no habían podido superar las brechas psicológicas y sentimentales que las separaron, y con nuevo accidente parecía más lejana esa reconciliación.

Su esposa estaba sentada en una silla de ruedas. Y no era cualquier insumo médico, no. Era una silla de ruedas traumatológica para fracturas de piernas. Era la misma persona, viviendo la misma situación otra vez.

Beck no estaba tan segura de poder soportarlo una vez más.

La manta que cubría la pierna de la joven mujer ocultaba por completo la longitud del molde de yeso. Era una imagen horrible de ver. Todavía podía observarse la hilera de puntadas rojizas que cubrían parte de su mejilla y mentón, hasta bajar por el cuello y desaparecer en la ropa.

Beck tragó en seco, pensó estar preparada para todo, pero nunca espero tener esa imagen tan atroz de su mujer.

- Dolorida – sonó demasiado ronca. Aún evitando mirarla. Rebecca tampoco tenía las fuerzas para mirarla directamente.

Len intentó asimilar todo lo que estaba ocurriendo. Se quedó observando un punto fijo en la habitación, luego desvió la mirada hacía el pasillo donde había ido Andrea.

-¿Estas bien? - dijo Beck finalmente mientras acercaba su mano a la de Len.

-Hola – le respondió Helene al instante.

Beck se dio cuenta de que algo iba mal.

-¿Qué pasa?

-Umm, yo eh... solo... lo siento mucho - Len luchó consigo misma intentando encontrar las palabras que necesitaba. Había esperado ese momento, había pronunciado su nombre en sus sueños, pero ahora todo parecía tan horrendo. - ... Solo es que, no sé quién eres.

Rebecca apartó su mano de la de Len, mirando con desosiego y desolación. Sintió como su mundo empezaba a tambalearse. Si no hubiese estado apoyada seguro se habría caído de lo mareada que empezó a sentir.

¿Cómo podía ser que la persona con la que había pasado 6 años de su vida la hubiera olvidado sin más? Andrea le había explicado que la perdida de la memoria era algo común con golpes en la cabeza. Len había sufrido una leve fisura en día del accidente.

- Siento haberme expresado de esa forma, solo es que no sé como lidiar con todo esto y me acabo de dar cuenta. Lo siento. No es algo fácil de asimilar.

- Esta bien. Me he sobresaltado un poco, pero Andrea me ha explicado...

- ¿Andrea? ¿Andrea te ha dicho algo? - preguntó curiosa.

- Me explicó la perdida de memoria, entiendo que te sientas reacia a estar conmigo, probablemente habría hecho lo mismo.

Len se preguntó que era exactamente lo que ha dicho Andrea. Había visto la desilusión en la mirada de ella, pero creyó que se debía a otra cosa. Ahora entendía que se debía a la visita de Beck.

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