Una agotadora sesión de ejercicios no hizo mejorar el mal humor de Andy, que solo parecía empeorar más cuando pensaba en su hermano y en lo que él había o estaba haciendo.
Moisés estaba metido en algo turbio, que tan malo era, eso no lo sabía, solo esperaba que no estuviera involucrado en el caso del Grupo Raíz. Aunque fuera un adicto lo perdonaría, pero estar involucrado con Norman Hass sería el colmo.
La pera de boxeo sufrió ataques continuos de furiosos de golpes, enfatizado por una cadena de maldiciones que ni ella sabía que podían existir. Solo cuando estuvo completamente exhausta se quitó los guantos de box y se dirigió al pequeño refrigerador para tomar algo de beber. Cuando sacó la última botella de Gatorade y observó el reloj de la pared, Andy se dio cuenta de la hora.
Habían pasado tres horas, dos horas más de las que tenía planeado. Mucho tiempo, peor, había dejado sola mucho tiempo a Len.
***
La puerta se abrió en la oficina quince minutos más tarde con una recién bañada Andrea.
-Lo siento, supongo que me enganché en lo que hacía. ¿Nosotras todavía estamos para la película?
-Oh, sí. Por supuesto, - Len sonrió. Había oído los ahogados sonidos de Andy haciendo ejercicio o rabiando, dependiendo de cómo uno lo interpretara, y en ese instante dudó que la ejecutiva pudiera estar pasando tiempo con ella.
Tenía muchas más cosas que pensar, mucho más importantes que pasar el tiempo con alguien que apenas recordaba las ultimas semanas. Es decir, una semana y un día.
A Helene no le gustaba estar sola, la cercanía que sentía con Andrea la reconfortaba y también la hacía olvidar, valga de redundancia, los terribles recuerdos de su vida. Que parecía más un drama trágico que un cuento de hadas.
Como lo había hecho ayer, Andy usó su fuerza bruta para llevar la silla de ruedas y a su ocupante los últimos escalones de la hundida sala de estar. Las modificaciones que estaba haciendo Jorge aún no finalizaban, aunque había prometido hacer una rampa provisional para la comodidad de los inquilinos.
Andrea tomó en brazos el delicado cuerpo de Len.
-Pensé que una comedia romántica sería agradable... a menos que prefieras algo más.
-No, esta bien. Lo que has escogido esta bien. – Contestó Len con entusiasmo. Y era la verdad. Helene habría sido feliz mirando un documental si eso era lo que Andy quería ver. ¿Complaciente? No estaba segura, tal vez aún tenía adoctrinamientos de su vida con Beck. La incomodidad fue rápidamente desvaneciéndose, remplazada por un sentimiento de amistad y afecto por Andrea estaba surgiendo en los más recóndito de su siquis. Le gustaba su cercanía, le gustaba la complicidad que estaba surgiendo entre ambas. Aún no estaba lista para catalogar esas emociones, pero tampoco parecía asustada de poseerlas. Len estuvo aún más sorprendida cuando la Andrea no bajó la bandeja para aperitivos que había servido como una barrera entre ellas y aún más asombrada cuando Andy se sentó en el cojín del medio, solamente a escasas pulgadas de ella. - ¿No deseas tu reposapiés?
-Nuu, me apetece sentarme por un rato. – Contestó Acosta, metiendo sus pies por debajo al estilo indio. - ¿Estás cómoda?
-Mucho.
-Bueno. – presionó el botón de Ok y rápidamente el logotipo del film se presentó. – Aquí vamos.
El comienzo de la escena estaba casi terminada cuando la nariz de Len recibió un muy delicioso olor.
-¿Palomitas?
Como algo que no debía faltas, Cecilia apareció de la cocina con un tazón grande de palomitas así varios aperitivos adicionales.
-Si no me necesitas para algo más, me marcharé. – dijo Cecilia cuando le dio el tazón a Andrea. – La cena está en el refrigerador, enciende el microondas por lo menos de dos a tres minutos para calentarla.
-Okey, le diré Douglas que te llevé.
-No es necesario, puedo tomar el bus. No es como si estuviera tan lejos.
-Lo sé, pero todavía me permito preocuparme por ti. ¿Después de todo, quién me haría toda la cocina y la limpieza si no estuviera alrededor? – El brillo en sus ojos verde era la única señal de que ella estaba bromeando.
-¡Andrea! – Len gruñó y Cecilia se rió suavemente.
-Has roto mi corazón Andrea Harem. Lo tendré en mi mente el resto de la semana. – Volteó a ver a Len con los ojos llorosos. – Ella es un ser maligno Helene, no te dejes manipular ni influenciar.
Len la miró impactada y Cecilia rió aún más.
-Mi querida Helene, eres demasiado dulce... solo vigílala.
-Lo haré. – No muy convencida.
Una vez que Cecilia se fuera. Andrea retrocedió la película y las dos mujeres se acomodaron para verla. El tazón de palomitas apoyado entre ellas no duró lo suficiente. Más de una vez las dos lucharon por ver quien tenía más derecho sobra la otra. Una pelea absurda que les sacó una sonrisa. Terminaron con las manos entrelazadas.
-Estuvieron deliciosas – dijo Len, esta vez más enfocada en tener la mano de Andrea cerca de ella.
-Sip, realmente lo fueron.
Mientras la película pasaba lentamente y el abastecimiento de aperitivos disminuía, sus manos siempre volvían a la misma posición. Se sintió tan natural. Como si fueran una pareja que convivía hacía mucho tiempo. Cuando en realidad una de ellas aún seguí casada.
-¿quieres algo de beber?
-Sip
-¿Qué es lo que quieres?
-Cualquier cosa estaría bien. Agua sino es mucha molestia.
-Uh, vaya que lo es. – Andrea se levantó graciosamente del sofá y salió hacia la cocina, volviendo unos minutos después con refrescos para cada una.
-Gracias. – dijo Len, tomando el vaso. - ¿Quieres retrocederlo para que pueda ver lo que pasó?
-Nuh, he visto ésta unas cuantas veces. – Se sentó y metió sus piernas por de debajo de si misma. – Aunque no lo creas soy una romántica empedernida.
Nabu entró a la sala a ver que pasaba con su hueso de juguete en el hocico.
-No, nop, vamos a jugar contigo ahora mismo. Ve a jugar a otro lado. – dijo Andy. Al parecer el perro interpreto otra cosa. He hizo exactamente lo contrario. Se subió al regazo de la ejecutiva y colocándose en medio de las dos mujeres se echó panza arriba.
-¿si quieres lo pones abajo? – Len puso su mano en el estómago de cachorro. No muy convencida de querer hacerlo.
Andrea miró al perro. Hace dos semanas nunca habría dejado a un animal tomara control de su casa. Pero ahí estaba, a su mercede de él y de ella.
-Supongo que él no molesta en nada.
La verdad era que eso hacía a Andrea sonreír internamente. Ver a Len feliz y obviamente consentir al pequeño Nabu. Extendió su mano y dejó que sus largos dedos se unieran a los pequeños en acariciar al alegre perro.
---
Un capítulo corto, no me gusta sufrir de insomnio.
ESTÁS LEYENDO
Incertidumbre
RomanceSu matrimonio se desmorona apedazos. Tal vez era necesario dejar el orgullo a un lado. De su amor sólo quedó humo: una nueva existencia para una vida de eterna ceniza.