Sessenta e Um

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-¿Sí, Elsa? – Preguntó Andrea.

-Um... hay alguien aquí que quiere verle. – dijo Elsa vacilante.

-¿Quién? – Un rápido vistazo en su calendario no mostró cita programada para esa tarde. Oyó a su secretaría preguntar el nombre del visitante y apretó su quijada tan pronto como reconoció la voz. – Manténgala allí afuera un minuto. – Colgó el teléfono y golpeó ligeramente el bolígrafo contra el escritorio. «Maldición».

Su primer instinto fue lanzar a Amelia Masin lejos de su oficina. La reportera era una mujer despiadada. Era comparada con la muerte, la muerte financiera para cualquier grupo o persona.

«La muerte y hacienda». Pensó Andy.

Cada artículo publicado en la revista El Espectador era una bomba de tiempo para arruinar la estabilidad a económica, no solo de las empresas sino del país entero. Todavía podía sentirse las secuelas del escándalo Llerena. Todo eso significaba un problema, uno demasiado enorme como para tratarlo en ese momento, era mejor echar muy pero muy lejos a esa mujer. Sin embargo, cuando abrió su interno para hablar, Andrea notó algo que cambió su decisión. Girando alrededor en su asiento, alcanzó el mouse e hizo clic encendiendo el ícono de seguridad, con su contraseña y algunos tecleos más, una pequeña luz roja se encendió en la cámara de seguridad metida discretamente en la esquina superior de su oficina.

Telefoneo nuevamente a Elsa. – Déjala pasar.

-Bonita oficina. – dijo la periodista cuando entró. – Amelia Masin. – Se presentó extendiendo su mano.

-Mucho gusto, Amelia Masín de la revista El Espectador ¿no es así?

-Correcto, - dijo la periodista. - ¿Qué tal la rentabilidad?

-Usted no está aquí para preguntarme acerca de eso.

-Tiene razón, - sonrió. - Vine hablar con usted sobre Moisés Acosta. – La mujer era elegante e imponente. – Este es un favor que le hago a mi amiga Carolina. Andrea sabe que su abogada tiene un gran apreció por usted y su familia.

-Si usted lo dice. – dijo con una cuidadosa voz. – Por favor, tome asiento.

-Muchas gracias.

-¿Desea algo para beber?

-No gracias, es una vista rápida. – Amelia dejó su bolso en el suelo y sacó una caja.

-Muy bien, entonces dígame cual es el asunto con mi hermano

-Es una situación un tanto delicada, le pido que sea tolerante a mis palabras.

-Soy toda oídos.

-El número temático de El Espectador sobre Norma Hass comprende no menos de cuarenta y seis páginas. – Dijo Amelia sin apartar la mirada de la ejecutiva. – y el texto principal solo afirma lo que todo el mundo conoce. Negocios sucios y fondos buitres. Lastimosamente un miembro de su familia se encuentra involucrado, y por el aprecio que tiene Carolina hacia usted, se me pidió que antes de publicarlo conversar con usted, señorita Andrea Acosta.

-Debo de estar agradecida entonces.

-De cierto modo, - Amelia la reto con la mirada. – Durante las semanas siguientes, el mercado bursátil temblará cuando el departamento de delitos económicos de la policía empiece a investigar y los fiscales tomarán cartas en el asunto, lo cual provocaría un pánico general, que se traduce en una venta masiva de acciones. Dos días después de las revelaciones, el caso Raíz se convertirá en un caso gubernamental, que obligará al mismísimo ministro de economía con el de hacienda compadecer públicamente.

IncertidumbreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora