Vinte e Nove

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Era lunes por la mañana cuando Len se despertó, estaba en la cómoda habitación y levé ronquido de Andrea en el sofá le hizo darse cuenta que aún era muy temprano. Cerró los ojos nuevamente y se dejó arrullar por el vaivén calmada de la respiración de Andy.

Cecilia llegó a las 7:30, media hora atrasada. El lunes era el día que paraba en el supermercado primero para recoger la leche y el pan para repones lo que sea que Andy hubiera agotado en el fin de semana. Normalmente no era un problema, pero un accidente cerca en el Salvador del Mundo, había atascado el tráfico durante casi una hora. Andy estaba ya en la ducha después de su entrenamiento de la mañana. Cuando Cecilia caminó por el vestíbulo, el ama de llaves lanzó una mirada curiosa en los muebles precipitadamente movidos en el sala, observando la arrugada manta y la almohada. Nabu estaba costado plenamente en el sillón.

- ¿Se supone que no deberías estar ahí subido?

El cachorro solo levantó su cabeza en la voz y la siguió rápidamente a Cecilia a la cocina.

-Veo que has asumido más poder mientras estuve ausente, ¿eh? – dejó los bolsos abajo en la barra antes de dejar su monedero en el cajón reservado para ese propósito. – Bien, vamos a ver si podemos intentar y hacer algo rápido antes de que Andy baje aquí.

-Se ve bastante oscuro allí afuera – la mujer de cabello oscuro dijo cuando entró en la cocina pocos minutos después. – Pienso que quizás podría tomarme el día libre y permanecer en casa.

-¿Tuviste un buen fin de semana? Veo claramente que dejaste bastantes platos para mi.

-Realmente he tenido un buen fin de semana. – Andy contestó cuando cruzó el cuarto buscando una taza de café. – El trafico está bastante horrible, ¿verdad?

-Bien, si quieres pasar dos horas en esas calles detrás de un bus con reggaetón a todo volumen.

-Pero podrían ponerse peor – dijo, haciendo que la declaración sonara más como una pregunta.

-Supongo que eso puede ser, Andy. En realidad, no escuché lo que venían hablando los de la radio.

-Así que podría ponerse peor allá afuera. – Andrea parecía contenta con su razonamiento. – Mejor trabajo desde casa, no quiero correr riesgos. – se dijo con una gran sonrisa.

- Por supuesto que no, después de todo estás a unos cuantos kilómetros del trabajo, a unos nueve para ser más específicos. ¿O no? – Cecilia abrió la refrigeradora para examinar los daños del fin de semana, con esas arturitas. - ¿Tortilla de huevo?

-Suena rico. Iré a ver a Len mientras preparas el desayuno.

-¿Qué es lo que a ella le gustaría en el suyo?

-Pienso que huevo con tocino, o tal vez algo más livianos como champiñones y pimientos verdes... oh, y queso, por supuesto, pon todos los quesos que tengamos. Una taza de chocolate por el frio.

Andrea recogió su taza de café y se dirigió hacía la oficina, dejando a Cecilia en sus tareas cotidianas y a Nabu siguiendo al ama de llaves en esperanza que algún trozo de comida callera.

Len estaba todavía durmiendo cuando Andrea entró a la oficina. Envió un email a su secretaria y a Vanesa que iba a trabajar desde casa ese día. Helene dormía a pesar del sonido de la televisión. La única cosa que la trajo de su mundo de suelos fue el olor de la tortilla de huevo y los huevos con tocino y los champiñones con queso recién hechos traídos por Cecilia.

-Sabía que algo tenía que despertarte. – Bromeó Andrea con una leve sonrisa.

-¿Mmm? Oh, buebos días Andrea, - respondiendo balbuceando y limpiándose el rastro de baba en la comisura de sus labios. – Buenos días Cecilia, ¿Cómo fue su fin de semana?

IncertidumbreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora