Sessenta e Seis

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Vanesa sostenía con fuerza a Daniel y Leonel por otro lado sujetaba a Gerardo mientras los dos niños se lanzaban insultos el uno al otro.

-Tú hiciste trampa.

-No, yo no hice nada.

-¡Si que lo hiciste!

-¡NO LO HICE!

-¡Suficiente! – Alzó la voz Andrea, las ruidosas protestas cesaron. – Me da igual quién hizo trampa o de quién era el turno. Si ustedes dos no pueden jugar agradablemente yo voy a apagar eso, y se olvidan de volver a jugar en mi casa. – La amenaza no había detenido a los dos hermanos de discutir en voz baja, con insultos y ademanes.

-Pero él comenzó esto.

-¡Daniel! – Ambos padres gritaron.

-Andy... - Len se apoyó sobre sus muletas. – Tú madre está en el teléfono. – Cuando la ejecutiva se acercó a ella, le habló en un tono más bajo. – Ella parece que ha estado llorando. -Eso hizo que Andrea preocuparse un poco. Que un padre estuviera llorando nunca significaba algo bueno.

Al menos Vanesa estaba con ella, Moisés.

-¿Mamá?... ¿Ma?... Mamá espera... Mamá, para de llorar. No puedo entenderte. – Silenciosamente indicó a Len que llamará a Vanesa. – Ok, dímelo otra vez, lentamente. – La hermana menor entró a la sala justo cuando Andrea intentaba unir las palabras de su histérica madre. - ¿Están seguros? Está bien... tranquila... ¿Qué dice él? – Se volteó de espaldas a la otra mujer y se apoyó contra la pared. – Ellos dicen eso, ¿están seguros? No, mamá. Tranquila. – Andrea cubrió su rostro con la mano. – Escúchame, si es Moisés lo sabremos. – La mención de nombre de su hermano, las preocupaciones de Vanesa se dispararon.

-¿Pasa algo con Mo? – Preguntó Vanesa hacía su hermana mayor. - ¿Qué dice mamá?

-¿Quién te llamó? – Cuestionó Andrea alejándose de Vanes. – No, Vane y Leo están aquí conmigo. También los niños. Pasaremos y te recogeremos, sí mamá, estaremos allí en quince. No, no llames nadie más, Si necesitamos llamar a alguien más lo haré yo. No, tranquila mamá. Estaremos justo a allí. Si lo prometo... adiós, te quiero.

-¿Andy que pasa? – Dio pasó hacía adelante sujetando de los hombros a su hermana. - ¿Qué le pasa a Mo? – No hubo respuesta.

-Moisés... - De espaldas a ellas, se agarró del borde del sillón, con los nudillos blancos de bastante presión. – Él estaba yendo en la troncal del norte...

-No – Dijo Len recordando su propio accidente.

-Len, necesito que vigiles a los niños hasta que volvamos. Estoy segura que solo comerán y después jugarán en la play.

-Por supuesto. – Helene se acercó a Andrea y le tomó la mano. – Cualquier cosa. Sabes que estoy para ti.

-Traeré a Leo y nos vamos. – Dijo Vanesa con voz temblorosa. Salió de la sala para ir por su marido.

-No sé que tan tarde vendremos. Intenta meterlos a la cama a las diez. Hay suficientes habitaciones para que escojan.

-Me ocuparé de eso. – Prometió Len. Levantó su mano y acunó la mejilla de la mujer. – Te amo.

Los ojos de Andrea brillaron y sonrió. - ¿Cómo sabes justo qué decir? – Tiró de su amada acercándola y la besó en la cabeza. – Te amo también, Helene. No juegues ningún juego que implique que te amarren, ¿ok?

IncertidumbreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora