Era tarde cuando la puerta de la oficina de Andrea se abrió y Vanesa entró, llevando una carpeta.
- Tenía razón. – dijo triunfantemente cuando lanzó la carpeta sobre el escritorio.
-¿Tenías razón acerca de qué? – Preguntó Andy con desinterés, no molestándose en desviar la mirada de su computadora.
-Tu huésped. – Recogió la carpeta y la abrió, repasando la información que había obtenido. – Helene Cabrera se graduó de la Universidad del El Salvador y tiene un master, pero no en enología, sino que el desarrollo sostenible de la Universidad de Córdoba, España. No hay ningún otro registro, más allá que tiene un préstamo para un carro.
Andrea se levantó rápidamente, enviando su silla balanceándose hacía atrás cuando arrebató la carpeta de las manos de Vanesa.
-¿La investigaste?
-Tuve que hacerlo, - protestó Vanesa. – Obviamente crees todo lo que ella dice.
-¿Y qué te importa a ti?
-Andrea, ella no posee nada y vio en ti un ticket para la buena vida.
-No tienes idea acerca de lo que estás hablando. – Cerró de golpe la carpeta abajo sobre su escritorio. – Len no me está utilizando.
-¿No? ¿Sabes dónde trabajaba antes de que le dieras trabajo? ¿Sabes con quien compartía su vida?
-Lo sé, trabajó para el Grupo Caña... y está casada. Lo sé, claro que lo sé.
-Una granjera... - corrigió Vanesa. – Una lesbiana... ¡CASADA! – Gritó desesperada. – Gana sobre el mínimo. Seguro es una cualquiera que te quiere sacar más... Andy.
-¿Cuál es tu punto?
-¿Mi punto es por qué estás haciendo esto? ¿Por qué dejas que una pobre pordiosera vivir de ti?
-No...
-No, ¿no qué? ¡Es una puta vividora Andy!
-No... Tú... ¡JAMÁS LA LLAMES ASÍ OTRA VEZ! – Gritó Andrea alterada. Vanesa conocía su hermana, siempre habían sido cercanas, pero en su vida jamás le había gritado, ni quiera jugando. Pero el hecho de gritarle no era en sí su sorpresa, la mirada que la daba su hermana mayor la hizo retroceder dos pasos lejos de ella. Nunca la había vista tan alterada. – No tienes idea de lo qué estás hablando.
-Andrea...
-Lárgate de mi oficina Vanesa te lo estoy advirtiendo.
-¿Es acaso eso una amenaza? – Vanesa estaba indignada. – No puedo creer que pongas a una desconocida sobre la familia. ¡Estas tan errada!
-¿Lo estoy? La estás juzgando porque no tiene el dinero que tú y yo tenemos. ¿Cómo de justo es esto? – Se acercó a la venta y miró en triste cielo gris. - ¿Te tomaste el tiempo de hablar con ella para averiguar qué clase persona es? No. No todo el mundo que no tiene dinero es suciedad y no todo el mundo que es rico es una buena persona.
-No estoy diciendo eso.
-¿No lo estás? Averiguas que no nació privilegiada y en seguida asumes que es una excavadora de oro.
-¿Entonces qué es ella, Andy? Ayúdame a entender porque ahora mismo no lo hago, - cuestionó Vanesa. – Intenta mirarlo desde el punto de vista de la familia. Una mujer de la que nunca hemos oído hablar de repente se muda a tu casa, con esposa y obvios problemas médicos y... ¿esperas que solo nos recostemos y no estemos preocupados?
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Incertidumbre
RomanceSu matrimonio se desmorona apedazos. Tal vez era necesario dejar el orgullo a un lado. De su amor sólo quedó humo: una nueva existencia para una vida de eterna ceniza.