Trinta

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El almuerzo fue sencillo un plato de sopa de verduras con un trozo de carne. Comieron mientras tenía una conversación banal.

-Cecilia puede hacer que cualquier cosa sepa bueno – Ambas mujeres miraron sus vacías platos.

-Parece que sí. – Coincidió Len. - ¿Ha trabajado siempre para ti y tu familia?

-Sí, llegó luego de que cumpliera 15 años. Ha sido todo desde ama de llaves, niñera, árbitro de peleas.

El alto del teléfono la interrumpió.

-¿No vas a contestar?

-No, Cecilia selecciona las llamadas para mí. – como si fuese algún tipo de invocación, Cecilia tocó la puerta. – Vaya – dijo Andy mientras alcanzaba el aparato. – Andrea Acosta.

-Buenos días, Srta. Acosta, soy Fredy Nasser de Grupo Terra y Savings and Trust, ¿Cómo está hoy? – Andrea reconociendo el nombre del vicepresidente Senior del Banco. La postura de Andy se enderezó y empujó su sillón hacía el escritorio.

-Si, Señor Nasser, ¿Qué puedo hacer por usted hoy?

-Bien... no quería molestarla en casa, pero siento que este asunto requiera su inmediata atención. – Ella no pasó por alto el toque de nerviosismo en su voz. – El señor Acosta no ha devuelto ninguna de mis llamadas y me temo que a este punto tengo que buscar recursos en alguna otra parte más. No queremos que esto llegué a nuestros acreedores.

Andy rodó sus ojos y tomó su lápiz, ligeramente golpeando el escritorio. – ¿De qué se trata?

-Bien... como usted sabe, cuando un préstamo es incumplido, estamos obligados a notificar a nuestros abogados y recurrir a cuestiones legales para recuperar nuestra pérdida y dado que usted es la consignataria de los préstamos personales del Sr. Acosta...

-¿Yo consignataria de un préstamo? – El lápiz pará el movimiento. - ¿Cuándo fue eso?

-Oh, yo... um... - Ella oyó papeles arrastrándose sobre el escritorio de Nasser. – Si, aquí está. Tengo su firma fechada el cinco de abril como consignataria por el préstamo personal del Sr. Moisés Salvador Acosta. – Un toque de nerviosismo se arrastró en su voz. – Usted hizo la consigna de un préstamo personal para él, ¿no es así, Srta. Acosta?

El lápiz se quebró en dos. – Supongo que debo haberme olvidado sobre eso señor Nasser.

-Bien, estoy seguro que fue solo un simple descuido de parte del señor Acosta, pero me temo que no hemos recibido un pago en por lo menos cinco meses. Realmente no puedo dejar pasar esto mucho más tiempo.

-No, por supuesto que no. – El lápiz fue tirado a la basura con mucha fuerza. – Usted puede transferir la cantidad atrasada de a mi cuenta de ahorros personal.

-Sería perfecto y agradezco eso Srta. Acosta, pero me temo que a este punto el préstamo está considerado en incumplimiento y tenemos que pedir la completa liquidación.

-Bien, usted puede tomar lo que se debe de mi cuenta. – Se acomodó el teléfono entre su oído y hombro, liberando su mano para tomar un pedazo de papel. - ¿Puede usted por favor decirme la cantidad exacta de la liquidación para que yo pueda marcar mis registros personales?

Nasser habló, pero Andrea no lo escuchó.

-¿Qué? – Andrea no se lo creía.

-Dije que el total con intereses atrasados y los últimos honorarios asciende a diecinueve mil setecientos cuarenta y dos dólares y veintitrés centavos.

IncertidumbreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora