Beck odiaba el dicho «El tiempo lo cura todo», pero no era justo como todos lo decían. En un principio ella pensaba que estaría satisfecha con una relación de amistad con Len. No eran una pareja o una familia. Sentía pánico, estaba asustada. Miedo de siempre tener el corazón roto si se quedaba con Len. Y, aún así, era una completa adicta al sentimiento de estar decepcionada, así significara que su vida diera vueltas en círculos... porque... su peor temor era no poder estar a su lado.
No sabía como eso había podido cambiar entre decirse "te amo" todos los días, al ser completamente frías una con la otra.
"-¿Estás bien? ¿Puedes ir andando? – había preguntado Beck mientras salían de su oficina. – Podemos atravesar El Hipódromo y luego bajar por la calle La Reforma. ¿Sí quieres llamamos un taxi? – susurró, sosteniéndole la puerta de la escalera."
"-¿Adónde me llevas? – Len había terminado su última consulta con la doctora Brito, había pasado a saludar a Beck antes de irse a casa de Pamela."
"-Iremos a cenar a La Casa tomada y después a casa."
Len se relajó durante un segundo.
"-A nuestra casa. Conmigo. – especificó ella, acercándose mucho a su cara."
"-Pensaba que ya no diríamos esas palabras."
Rebecca enderezó la espalda. "-Lo siento. No sabes hasta qué punto me arrepiento de mi actitud. Pero son las seis de la tarde y las dos estamos muertas de hambre. No voy a llevarte a casa con la pancita vacía. "
"-Pero sigues incomoda. Lo veo en tus ojos. Decepcionada."
"-Y tú también estás furiosa conmigo, estoy segura. Pero confío en que lo superaremos. En estos momentos, cada vez que te miro, solo puedo pensar en besarte."
"-Pamela podría llevarme a casa. – soltó Len."
"-Estoy harta de estar enfada contigo. Durante estos diez días, he pasado tanto tiempo enfadada que tengo enfado para el resto de mi vida. No necesito más. Vamos a sentarnos a cenar y vamos a mantener la conversación que debimos tener hace diez días, antes de que tu hermana te llevara, y no pienso perderte de vista hasta entonces. Fin de la plática."
Con una mirada, Len se dio cuenta de que no le serviría de nada discutir.
Len sintió cómo sus últimos vestigios de autocontrol la abandonaban. Estaba agotada. Rebecca la había agotado y había diezmado su resistencia. Tal vez había sido el acetaminofén con codeína. O las emociones del día. O su explosivo encuentro. No importaba la causa. Ya no tenía fuerzas para seguir resistiendo. El corazón le latía acelerado. Las entrañas se le derretían por el calor que le recorría el cuerpo. En el vientre sintió el aleteo nada sutil del deseo.
«Me consumirá, en cuerpo y alma».
En sus sueños y la vida real, siempre se entregaba a Rebecca en cuerpo y alma. Pero desde el accidente, no se habían ni besado en la mejilla. No quería entregarse a Beck. No de ese modo. No con ese sentimiento de desesperanza ni con esa mirada inclasificable en sus ojos.
Estaba segura que Beck tampoco se sentía completamente cómoda a su alrededor. Odiaba ver como ésta desviaba la vista, aun cuando el pantalón cubría su prótesis. En cierto punto se alegraba de su lejanía. Estaba segura de que a la luz de las velas en la cama, el tener que quitarse su prótesis hubiera tenido un aspecto amenazador, casi satánico, mostrando de manera cruda lo que era y sería su destino de ahora en adelante. El lecho nupcial ya no sería igual.
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Incertidumbre
RomanceSu matrimonio se desmorona apedazos. Tal vez era necesario dejar el orgullo a un lado. De su amor sólo quedó humo: una nueva existencia para una vida de eterna ceniza.