Cinquenta e Cinco

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-Residencia Acosta. – Andrea comenzó a caminar dentro de la sala de estar, con el teléfono en mano, cuando paró. - ¿Cuándo pasó eso? Bien, ¿capturaron a alguien? – Se acercó a Len, que parecía preocupada por la reacción de su amigar. - ¿Es la que esta en el Centro? Sí, claro, por supuesto. – Su semblante era frío. – Te encontraré allí en una media hora. Ok, adiós Vane. – Colgó el teléfono y meneó su cabeza.

-¿Andrea?

-Bendito sea. – se hundió sobre el sofá y soltó una larga respiración. – Lamento ponerme así, pero alguien allanó la oficina esta noche.

-¡En serio! – dijo Len impactada. – Espero que no haya nadie lastimado.

-No lo creo, sino Vanesa me lo hubiera dicho. – masculló mordazmente. – La policía capturó al individuo, sin embargo... - Andrea tuvo que sonreír internamente. – Tengo que encontrar a Vanesa en la estación de policía. Ellos capturaron a uno de los ladrones. – Renuentemente se levantó. – Te llevaré al cuarto antes de irme. – Ayudó a Len a ponerse nuevamente en la silla y pronto estaba la joven mujer instala en la cama. – Mejor me voy. – dijo cuando bajó la mirada. – Te llamaré si se me hace tarde. – sonrió cuando sintió su apretón devuelto.

-Ten cuidado, esta oscuro. – Dijo Len con preocupación.

- Lo tendré, te lo prometo.

***

Andrea llegó a la estación de policía primero y habló con el sargento de la noche que la dirigió a uno de los detectives. Volvió al pasillo varios minutos después, a punto de estallar de cólera por la información que le había dado.

Vanesa y Leonel descendieron por el pasillo. La pareja se quedó inmóvil un momento al ver a Andrea sumergida en la penumbra.

-Fui a la oficina. – comentó Vanesa con cautela. – Tú no creerás esto. Ellos habían levantado esa cinta amarilla y tu oficina parece que un terremoto sacudió todo. – dijo la hermana menor mientras se acercaba a Andrea. – Parece que los ladrones quisieron meterse con la caja fuerte.

-Él fue. – contestó tranquilamente Andrea. – Supongo que fue una buena idea cambiar la combinación la semana pasada, ¿verdad? Por suerte Len me recomendó eso. – La mirada confundida de su hermana la asqueó. Pero sin importarle continuó. – Eso es, vamos, Vanecita, adelante y adivina quién allanó las oficinas e intentó robarnos, de nuestra hermosa "¡FAMILIA!". - Su elevación de voz atrajo la atención de varios oficiales cerca, forzando a Andy hablar con los dientes apretados en un intento de mantener su cólera en control. – El hijo prodigo está abajo en la cárcel ahora. – Indignada continuó. – Probablemente están tomándole las huellas dactilares y presentándole a sus nuevos compañeros por los próximos cinco a diez años. – No hizo ningún intento de ocultar la cólera en su tono.

-¿Tú quieres decir Mo...? – Vanesa meneó su cabeza en protesta. – No, eso es imposible, ¿Qué sentido tendría?

-Tienes razón, Vanesa. – Apretando sus puños con incredulidad, continuó sarcásticamente. – El estirado hijo predilecto, no está en la cárcel, esta durmiendo en su hermoso apartamento en la Colonia Escalón. – Apretó los puños hasta que se le pusieron blancos los nudillos. – Para mala suerte, hay un desgraciado que se parece a Moisés y... ¡oh...! Fantástico... llevaba su cartera.

-Pero... - titubeó Vane – quizá él solo fue de nuevo a conseguir algo. Tú cambiaste todas las cerraduras, quizá él activó la alarma accidentalmente. – Miró a su marido por apoyo, pero vio solamente la verdad reflejada.

IncertidumbreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora