Quarenta e Seis

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-Oh, aquí viene Andy – dijo Vanesa alegre como la caracterizaba.

-Bueno, al fin tiene un poco de consideración con la familia. No sé dónde estuvo todo este tiempo. – la matriarca dijo en un tono de desaprobación.

-Si madre, solo tuve que ayudar a Elliot a encontrar el baño, - dijo Andy cuando se acercó. Vio a su hermano y cabeceó hacía él. – Hola Moisés.

-Hola hermana, ¿cómo estás? – Se inclinó y besó su mejilla. - ¡Perra! – Siseó antes de dar un pasó atrás. - ¿Cómo que no estas vestida para la ocasión? ¿no es así madre?

-Es dije yo, pero que puedo esperar.

-Bien, pienso que ella se ve encantadora. – dijo él, sonando totalmente hipócrita, como si realmente sintiera algún tipo de amor hacía su hermana mayor.

-Te ves bien esta noche también Moisés, ¿traje nuevo? - «Hijo de perra».

-Pues sí, lo es. Se venía a tu casa tenía venir con mis mejores ropas.

-Estoy segura de eso. – los ojos verdes tiraron dagas en el hombre de cabello castaño.

-Después de todo, creo que esta es la primeva vez que has permitido a la familia entrar aquí, desde que nos hiciste vender la casa principal. – Le dio una siniestra sonrisa, atreviéndose a empujarla.

-Bien, lo importante es que estamos en familia, - Dijo Vanesa. – Me gusta la casa, y las remodelaciones están quedando bien. Tal vez haga falsa un poco de decoración para las fiestas, pero creo que en todo lo demás está bien. Por cierto, hermana, quisiera hablar un momento contigo. ¿Puedes?

-Claro – dijo, agradecida por el escape ofrecido.

Caminaron a través de la multitud hasta que la atención de Vanesa se dirigió a la mujer en silla de ruedas, cambiando dirección inmediatamente.

-¿A dónde vas? – Preguntó Andy.

-A conocer a la infama Helene Cabrera, - contestó. – Mi madre dijo que ella estuvo en un accidente de carro.

-Vanesa...

-Ahora, ¿Qué clase de anfitriona sería si pasara y no la saludara como todo el mundo? – Sus ojos brillaron con travesura.

-Pensé que era la única anfitriona de la fiesta. Es mi casa.

-Como sea, - replicó la hermana, obviamente no interesada en tontos detalles técnicos como esos. – De cualquier manera, realmente debo conocerla. – Sintió una firme mano agarrar su antebrazo.

-No te atrevas a hacerla atravesar por una de tus famosas inquisiciones. – Andy disminuyó su apretón, pero únicamente un poco. – Quiero decir, ella es un poco tímida.

-¿Cómo se supones que voy a enterarme de algo acerca de una persona si no le hago preguntas? – replicó Vanesa, pero la seria mirada en la cara de su hermana la hizo reconsiderar. – Solo quiero saludar, no voy a preguntarle por cada detalle personal de su vida.

«Tampoco es que se acuerde». Pensó Andy.

-¿Lo prometes?

-Lo prometo.

La lastimada mujer estaba terminando su cerveza inglesa de jengibre cuando vio a las hermanas acercarse.

-Helene, me gustaría presentarte a mi hermana, Vanesa Acosta de Rivera.

IncertidumbreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora