Vinte e Seis

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Rebecca apoyó la barbilla en la palma de su mano, sus ojos escaneando el boceto con el que había estado jugando las dos últimas horas. Su fecha limite se acercaba, pero solo había pocas maneras de hacer que ella se distrajera de su trabajo.

Habían pasado tres días desde la última vez que había visto a su esposa. Se sintió rara a darse cuenta que toda la situación era extrañamente similar con el primer accidente de Len. Eso la hizo recordar, cuando su cuñada se llevó a su esposa a su casa. Como una madre separada de sus hijos, con horarios de custodias por parte de la procuraduría, en ese tiempo de parte de Pamela ahora de una completa desconocida como Andrea Acosta.

Sí, era una desconocida, pero eso no había impedido haber tenido pensamientos impropios sobre ella. Obviamente Andrea Acosta era una mujer hermosa, demasiado bella. Y Beck era propensa a tener leves inclinaciones hacía ese tipo de mujeres.

Abigail era un ejemplo de ello.

Dejó caer su lápiz y alejó el dibujo con frustración.

- ¿Por qué no dejas que Manfredo lo intente?

Beck lanzó una mirada irónica a su colega Evelyn.

- Porque solo toma bocetos de otros proyectos y los actualiza.

- Nosotras también lo hacemos.

- Ya, pero mi primer paso es hacer las ideas a lápiz y tratar de convencer que lo nuevo es mejor que una repetición en moldes. – dijo mientras se inclinaba hacía atrás con un suspiro. – Hoy en día estos niños de la universidad, no tiene que tener un pensamiento crítico. Ellos simplemente copian y pegan imágenes y luego lo llaman bueno.

Evelyn se echó a reir.

- Solo estás de mal humor, sabes que en realidad eso no te importa. ¿Por qué decidiste seguir con este proyecto, en primer lugar?

-¿Ah? ¿Así que crees que estamos prosperando lo suficiente como para que podamos ser selectivos en nuestras elecciones? – Beck estaba irritada. Se levantó y alzó su taza de café en una pregunta silenciosa. Evelyn negó con la cabeza.

- Pues... Trabajamos para un gran consorcio de Holding, si podemos ser selectivos Rebecca. - Aclaró Evelyn. - Somos parte de Urbánica Holding Corp, que tu sabes bien que es parte de Acosta Urbánica Desarrolladores Inmobiliarios.

A Rebecca nunca le había importado quienes eran los socios mayoritarios del Estudio. Y dado que cuando ella empezó a  laboral, habían cerrado un valioso a cuerdo para ser parte de una de las corporaciones inmobiliarias más famosas del país.

Ahora el apellido Acosta... Le parecía algo nauseabundo.

- Ya, pero aún tenemos algo de autonomía.

- Sabes que el negocio ha estado bien. Y ya que eres tú la que no tiene cabeza para este proyecto e igualmente te estas esforzando en terminarlo... ¿Por qué no dejas que Manfredo se encargue y dejas esto de una buena vez?

-Porque soy terca.

-¿Y todo esto no tiene nada que ver con Olman o si?

Beck la miró estupefacta y Evelyn le sacó la lengua de manera infantil. Luego se metió en la pequeña oficina de la esquina.

Rebecca se dirigió a la cocina que tenían en el piso, miró por un momento el café que había preparado unas cinco horas atrás, su semi adicción al café la tenía al límite. A cambió tomó una botella de agua del refrigerador.

Apoyándose en el mostrados, observó a través del vidrio de la puerta al resto de las oficinas. La verdad es que Evelyn tenía razón, no abandonaba el proyecto porque explícitamente Olman se lo había pedido. Pero aquello también el recordaba que el día de la cena había abandonado a su esposa.

IncertidumbreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora