Quarenta e Nove

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Ambas mujeres estaban acostadas una al lado de la otra en la cama viendo televisión juntas. Fue solo después, en la noche que ambas ya instaladas para dormir que Len sacó a colocación el tema de Beck. Sin ningún motivo aparente, solo lo hizo.

-¿Andy?

-¿Mmm?

-¿Te enfadarías conmigo si te digo que quiero hablar con Beck?

-Pienso que no podría nunca estar enfadada contigo. – Admitió Andy, rodando sobre su costado y apoyando la cabeza en su mano.

-¿Decepcionada?

-Nop, - ella suspiró. – Len, todo lo que tú quieras será tuyo, en lo que cabe en mis posibilidades.

-Quiero que ella venga...

-Entonces vendrá. – Dijo sonriendo, aunque su mirada se oscureció.

-Sé que no te agrada.

-Si, parece, pero si fui cortante o molesta o...

-¿Hostil? – Len terminó. Andrea miró en las sombras formadas en la débil luz de la luna y arqueó una ceja.

-No creo que fui hostil, Len. Pienso que hice gran trabajo siendo cortes con esa hija del señor especialmente considerando lo que realmente deseaba hacer.

Len estiró su mano en la oscuridad y recorrió sus nudillos arriba y abajo del antebrazo de Andy. – Se que no lo fuiste... y agradezco eso.

-No me gusta ver nadie utilizarte, Len – susurró. – Merece más que eso. – Andy vaciló por un momento antes de continuar. – ¿Así qué... cuándo piensas llamarla?

-Quiero verla antes de que me quiten el yeso. – fue su respuesta. – Solo quiero que esta sea la última vez que lo haga. – Agregó Len rápidamente.

-¿Alguna vez había pensado en eso antes?

-No.

-Vaya...- Andrea volvió a suspirar. – Bien entonces, eso es un comienzo, de cualquier forma. – Extendió su mano libre y suavemente acunó la mejilla de Len. – Eh, entiendo, de verdad lo hago. Es difícil decir eso, después de compartir tanto tiempo con ella. Fíjate en mí y mi familia.

-¿Así que tú no estás decepcionada conmigo?

Andrea se inclinó y le dio a su joven amiga un abrazo. – Nunca podría estar molesta contigo. Ni de decepcionada– susurró en el odio de Len. No espero sentir los brazos envolverse alrededor de su cuello y tirara de ella más cerca.

-No sé qué hice para merecer a una miga tan buena como tú. – Len se atragantó cuando se apretó más fuerte. Andy devolvió el abrazo, sonriendo al principio con la sensación de tener a Len. Entonces los recuerdo vinieron sin invitación a su mente... un de destello de azul volando sobre la capota y estrellándose contra el parabrisas, sangre juntándose en el suelo y, una serie de mentiras diseñadas para encubrir la verdad. La sonrisa se descolocó, remplazada por una mirada de tristeza.

-Yo soy la que no te merece, - dijo Andy. – No sé qué hayas recordado de Beck, pero no debería juzgarla sin conocerla. Al menos ella no ha mentido sobre cómo se siente por ti.

-¿A qué te refieres?

-Yo mentí en el hospital al haberte dicho que eras mi novia... tu tienes esposa Len, no debía tomarme ese derecho.

-Lo hiciste para protegerme.

«Lo hice para protegerme». Sonaba totalmente diferente en la cabeza de Andrea.

IncertidumbreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora