Oitenta e Um

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Vanesa se guio por Waze hasta llegar a la residencial de la casa de Rebecca. A diferencia de su hermana, a Vanesa le pareció un lugar decente. No era una colonia privada como en la que ellas vivían, pero tampoco era tan mala y fea, como Andrea se la había descrito.

En realidad, las casas eran bonitas, tenía colores pintorescos y unos cuantos árboles plantados al frente de ellas.

Dejó estacionado su camioneta al lado de la calzada. Ella siguió adentro por unos minutos más. Tenía que meditar sus palabras antes de enfrentar su nueva cuñada. Todo lo hacía por su hermana. Era lo único que importaba.

Len escuchó justo unos golpes en la puerta.

-¿Quién es?

-Vanesa Acosta, Helene.

-Uh... - Len abrió un poco la puerta, verificando la identidad de la mujer en cuestión. – Creo que no es un buen momento Vanesa. Ahorita no estoy de humor. – dijo suavemente.

-Len, es de mala educación dejar a alguien esperando fuera de la casa.

-No sí te he pedido amablemente que retires.

-Solo quiero conversar contigo.

-Pero... - Renuente abrió la puerta completamente. – Vanesa, si has venido para hablar acerca de Andrea...

-Por supuesto que he venido por eso. Todo es acerca de Andrea, - Vanesa entró a la casa. – Mi hermana está destrozada y tú ni siquiera le das la oportunidad de explicarse.

-Creo que más bien se quiere justificar.

-¿Realmente no quieres escuchar lo que tenga que decir? – Vanesa se acomodó en uno de los sofás.

-No hay nada que decir, ¿no?

-Tú dímelo. – Vanesa se ha cómodo un poco más e indicó con gesto de manos que Len se sentará también.

-Me mintió.

-Lo hizo... sí lo hizo... sobre el accidente. Tienes razón. Pero no sobre lo que siente por ti. Ahí hay una gran diferencia.

-¿Cómo una relación puede construirse sobre una mentira? – A Len le palpitaba el tobillo de dolor, pero no estaba dispuesta a sentarse junto a Vanesa.

-Mintió sobre el accidente, eso no lo puedo negar. Ni si quiera yo lo sabía. Nos mintió a todos. Pero, Len, sus sentimientos por ti son verdaderos y tú tienes que tener presente eso. – Vanesa rió. – Nunca la había visto tan segura de algo y nunca la había visto tan feliz como cuando está contigo. Para ella, tú eres todo el bello del mundo. Y pagaría un alto precio para tenerte de vuelta.

-Lo sé... sé que me ama. – Len respondió sentándose al frente de Vane.

-Si te dignaras en verla, escucharla, entenderías que tú dolor es peor para ella. – Extendió su mano y tomó la mano de Len. – Escúchame, estamos hablando acerca de Andrea, la conozco, desde el momento que nací. Y te lo aseguro, Andrea no es de las personas que toma los sentimientos de los demás ligeramente, especialmente si se refiera a personas cercanas. – Vanesa la soltó y bajó la mirada. – Mi hermana siempre ha sido precavida y ha puesto el valor familiar sobre cualquier otra cosa. Ha sacrificado su vida por mantener el estatus Acosta en lo más altos estándares. Siempre pensando en lo mejor para otros que para ella misma. Solo una vez fue egotista y resultó la peor decisión de su vida. Prometió nunca jamás comerte el mismo error. Ha vivido desde entonces en el margen de lo moralmente correcto, hasta que te conoció. – meditó un poco antes de continuar. – Len, esto está matándola, no está comiendo, no está durmiendo, nada le importa a ella ahora.

IncertidumbreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora