Seis

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El cielo seguía estando oscuro cuando Andrea cerró los ojos, el cansancio amenazaba con dejarla dormida como un tronco en la sala de espera. Minutos más tarde se despertó abruptamente por el sentir de la mano en su hombro.

-Hola Mike- dijo con cansancio cuando él se sentó en el asiento a su lado - ¿Te ocupaste de eso?

-Todo hecho – respondió con orgullo, extendiendo un juego de llaves – Toyota corolla azul.

-Gracias.

-Seguro. Siempre feliz de hacerte un favor a mi prima preferida. – Sonrió, mostrando los dientes que eran demasiado blancos para ser verdaderos. – Y bien, ¿qué hiciste? ¿Golpeaste a alguien?

-Cállate – Susurró apretando los dientes, sorprendida de la cantidad de estupudez que su primo parecía poseer.

-Lo siento. – Levantó sus manos en signo de disculpas.

-Gracias por ocuparte de eso. Mike. Ahora hazme un favor y asegurarte de que el Mercedez sea llevado a mi casa.

-Okey, no voy a preguntar más.

Mike se levantó despidiéndose de ella.

***

Andrea salió al deprimente día gris. La lluvia no había cesado en toda la noche del viernes y la madrugada del sábado. La ciudad apenas empezaba a despertar. Metió la mano en su bolsillo y sacó la cajita con el anillo. Se preguntó quien sería Beck. Quizá la mujer estaba a punto de comprometerse y Andi le arruinó la vida.

Andrea se dirigió hacía el estacionamiento de varios niveles. El pequeño auto azul estaba estacionado justo donde Mike había dicho que estaría. La mujer de cabello oscuro lanzó su maletín en el asiento del pasajero y dobló su largo cuerpo dentro del pequeño espacio del asiento del conductor, agachándose hasta que encontró la palanca que permitió empujar el asiento atrás de modo que sus rodillas no tocaban su barbilla.

Se recostó un momento hasta descansar una sola vez.

***

Helene abrió los ojos y miró alrededor, gimiendo de dolor y se dio cuenta de donde estaba. Una joven rubia enfermera levantó la mirada y sonrió.

-Buenos días, señorita Pérez. Mi nombre es Julia. – sacó un termómetro digital de su bolsillo, colocó una funda protectora sobra la punta, la puso en la boca de Helene. – Usted sufrió un grave accidente. – Envolvió el puño de la presión arterial alrededor de la parte superior del brazo de Helene y presionó su estetoscopio contra el interior del codo de Len. El termómetro pito y Julia lo retiró comprobando la lectura – Bien.

-Disculpe – Helene inhaló agudamente mientras la enfermera hacía anotaciones en su tabla. Se sentía atontada pero asustada al mismo tiempo - ¿Qué sucedió?

-Usted fue golpeada por un auto ayer por la noche. Fue muy afortunada que su novia actuara rápido. Ella la trajo al hospital.

-¿Tengo novia? ¿Quién es?

-No lo recuerda, la verdad es que no su nombre querida. No estaba aquí ayer por la noche. Trabajo el turno de día. – cuidadosamente limpió la piel alrededor de la ordenada hilera de puntas en la mejilla de Helene – Usted estuvo en cirugía durante bastante tiempo y está en el cuarto de recuperación ahora mismo. Solo necesitamos asegurarnos de que esté estable y entonces será llevada a su cuarto privado.

Intentó incorporarse, pero eso solamente sirvió para incrementar el intenso dolor que sentía en sus extremidades inferiores.

-¿Tengo algo en las piernas?

IncertidumbreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora