Quarenta e Cinco

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Vanesa y Leonel llegaron casi treinta minutos después. La hermana menor se unió a su madre mientras que su mirado se dirigió para el bar.

-Que tranquilo esta – dijo alegremente cuando se acercó.

-Sí, se siente más íntimo, aunque me gustaría las viejas celebraciones – contestó Mariemm – Tu hermano no está aquí aún, sin embargo, creo que no vendrá. Me ha dicho que se ha peleado con Andrea...

-Es una pena madre, - murmuró Andy antes de tomar un trago de su copa de champán.

-¿Qué fue eso, querida?

-Nada, mamá.

La fiesta en el hotel Barceló fue fiasco, al final toda la familia se había reunido en la casa de Andrea por cualquier otro motivo. Los que habían planeado a acudir, así como los que decidieron después de descubrir que ésta sería en casa de Andy. Camionetas y carros de lujo alienados en el largo camino de entrada llenaron el área de estacionamiento.

-Que multitud. – Dijo alegremente Vanesa. – He pagado todo al hotel, parece que nadie se quedó afuera.

-Bueno hermana, será mejor que tu los atiendas. - Andrea se alejó de las dos antes de que ellas pudieran responder.

Len quiso ocultarse en la esquina opuesta de la entrada. La gente se detenía igual a investigar sobre lo que le había sucedido, dándole compasivas miradas. Ella había estado escuchando a escondidas una conversación sobre la historia de unos hermanos, Rodolfo y Julieta Mara, había una situación en particular que a todo a mundo le causaba interés. Antes de que Len terminará de entender la conversación vio a Andy moverse a través de la multitud. La ejecutiva le sonrieron calurosamente cuando la alta anfitriona se dirigía en su dirección.

-¿Cómo estás?

-Bien. ¿Es esa tu hermana? – Señalo en dirección de la alegre mujer que estaba parada al lado de la amorosa madre.

-Mmm. – Andy tomó un trago, permitiendo que las minúsculas burbujas cosquillearon su nariz, y echó un vistazo. – Todo mundo parece estar teniendo un buen rato. Me ha tocado contratar meseros de la nada.

-¿Ha sido difícil? – preguntó Len

-Algo, pero la familia es dueña de una franquicia de comida... así que los meseros no han sido difícil de buscar.

-Bastante multitud.

-Si, y algunos de ellos fueron realmente invitados. Vanesa dijo que habría cerca de cuarenta. – Andy bebió el champán otra vez. - ¿Dónde está el tuyo?

Len bajó la vista y echó un vistazo, no deseando ser oída por casualidad. -No pensé que debería, tú sabes... la medicina y todo. – Se sentía bastante sola de estas en un cuarto lleno de extraños, pero el no poder incluso unirse a ellos en un simple brindis la hacía sentir aún más aislada.

-Oh... no pensé en eso. –

-No te preocupes, no ha sido tan malo.

-He visto esa mirada en ti antes. ¿Qué está pasándote? ¿Está todo bien?

-Creo que sí. Parece que he estado diciendo "golpeado por un auto" a lo largo de toda la noche. – dijo con una leve sonrisa. – Hay un pequeño muchacho corriendo alrededor...

-Eli. – Andy sonrió ante el gesto. – Se llama Elliot, pero su madre le dice Eli

-Si, él es lindo. Bueno, él estuvo aquí antes. Piso sobre la mesita del café antes de que pudiera pararlo y me preguntó si mis puntadas dolían u si estaba bien de salud.

IncertidumbreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora