Nunca sabemos lo que nos depara el futuro. Nunca sabemos en qué momento el amor llegará a nuestras vidas, y con ello, el dominio de nuestro corazón.
Park Jimin, el ser más engreído y caprichoso, además de vanidoso, pues sabía perfectamente de su atr...
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Domingo 11 de Mayo 2018
Un día más estaba comenzando, Jimin despertó en brazos de su amado sol, quien todavía dormía plácidamente, claro después de haber pasado una noche intensa de pasión era de esperarse.
El rubio dió un besito en la mejilla del arquitecto que estaba boca abajo con su cara de lado y su boca medio abierta. La espalda del pelirrojo al descubierto empezó a ser besada por el ojiverde, pues la manta solo cubría su parte baja.
Jimin se colocó a horcajadas sobre esa espalda que besaba lento, recorriendo la espina dorsal de ese hombre.
Hoseok comenzó a despertar abriendo sus ojos, sintiendo los labios ajenos sobre su espalda y unas pequeñas manos acariciar sus brazos bien trabajados que tenía extendidos hacia arriba medio flexionados. Al mismo tiempo sentía como el miembro sexual del rubio rozaba sus piernas haciéndolo sonreir.
—Mi amor...buen dia— habló el chico pelirrojo con su voz ronca y casi susurrando.
—Buen día...mi hermoso ángel— respondió el ojiverde sin dejar de besar la espalda ajena.
—Que rico despertar asi, con tus besos.
El rubio sonrió bajando de la espalda de su ángel para quedar a su lado. Hoseok se acomodó de manera que pudo abrazar a su amado. Se dieron un beso tierno y acariciaron sus rostros.
—Me encanta despertarte con mis besos, mi sol.
—Te amo Jimin. Quiero despertar así lo que resta de mi vida, así a tu lado, siempre.
—Asi será mi amor.
Volvieron a juntar sus labios, pero esta vez en un beso más apasionado, más intenso, sentían sus respiraciónes mezcladas haciéndose una sola.
—Hazme el amor mi sol— susurró el rubio.
Y como si hubiera recibido una orden, el arquitecto subió al cuerpo de su pareja.
Era tan fácil excitarse con solo escuchar la voz melosa de ese rubio. Lo deseaba tanto que con solo sentir sus besos y su lengua tibia su miembro despertaba de inmediato.
Transcurrió la mañana entre besos, caricias, jadeos y gemidos. Los dos cuerpos mojados por el sudor, por el líquido seminal de ambos hacían una escena tan excitante.
Las piernas del rubio sobre los hombros del arquitecto quien intruducía su miembro una y otra vez en esa entrada rosada que le encantaba, era un cuadro tan erótico visto desde cualquier ángulo.
