Nunca sabemos lo que nos depara el futuro. Nunca sabemos en qué momento el amor llegará a nuestras vidas, y con ello, el dominio de nuestro corazón.
Park Jimin, el ser más engreído y caprichoso, además de vanidoso, pues sabía perfectamente de su atr...
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Martes 13 de Mayo 2018
Jimin dormía plácidamente, tenía su cuerpo boca abajo apoyando su cabeza en una de sus manos. Su cabello rubio completamente desordenado que cubría parte de su frente lo hacía ver adorable. Su respiración subía y bajaba pacíficamente, como sintiendo que todo estaba en paz en su vida.
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El pasado había quedado atrás desde el momento en que se dió cuenta lo mucho que amaba a ese arquitecto, sin embargo esas cicatrices iban a quedar plasmadas en su alma para siempre. Hoseok había llegado a su vida para iluminarla, para sacar toda esa amargura que yacía en su alma y en su corazón desde hace años.
Aún completamente dormido se removió en esa cama que se sentía tan cómoda, haciendo una mueca algo graciosa que hizo sonreír a un arquitecto que tenía ya unos minutos admirándolo.
Hoseok había entrado despacio a la habitación de su hermana hacia unos minutos, antes de entrar tocó suavemente pero al no recibir respuesta supuso que su novio seguía durmiendo y no se equivocó. El arquitecto había despertado después de haber dormido apenas tres horas, se duchó se vistió con algo cómodo, y ansioso por ver a su hermoso rubio salió de su habitación.
Y ahí estaba su hermosa flor, en total quietud sin ninguna preocupación envuelto en una paz que emanaba simplemente al verlo dormir. Hoseok se sentó despacio a la orilla de la cama para quedar a su lado y con su dedo índice delineó esos labios abultados de su amor, con un pequeño roce los delineaba casi con veneracion.
Despacio y casi sin tocar la piel de su rostro lo acariciaba con vehemencia, depositó un besito en la mejilla ajena y ese toque provocó que el rubio soltara un suspiro, Hoseok dibujó una sonrisa y volvió a acercarse para depositar otro beso pero ahora en los labios que cada vez que tocaban su piel lo estremecían.
-Te amo tanto mi hermosa flor- susurró el pelirrojo.
Sin pensarlo el chico de lentes se acomodó cuidadosamente para recostarse a un lado del rubio. Se acomodó de lado apoyando su cabeza en su mano sin dejar de admirar a ese hombre al cual apenas unas horas antes le había echo el amor. Quitó sus lentes dejándolos a un lado y poco a poco fue quedándose dormido, se sentía desvelado después de la agitada noche con su rubio.