Capitulo 97Lisa y Hoseok

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—Jimin, no dudes de mi hermano, estoy segura de que él te ama

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—Jimin, no dudes de mi hermano, estoy segura de que él te ama. ¿Tu y él discutieron también? ¿Por eso no lo acompañaste a recogerme?

—Si, pero no te preocupes por eso. Ahora lo más importante es que tú te sientas mejor. Pienso que debes hablar con tu hermano y arreglar las cosas. No dejes que Jennie los separe.

—Lo prometo. Pero ustedes también arreglarán sus problemas ¿verdad?

—Claro, nena. Así será.

—Jimin, cuídate mucho de esa arpía, no dejes que se salga con la suya. Está obsesionada con mi hermano y hará cualquier cosa por separarlos.

—No te preocupes, he tratado con gente peor que ella, no le tengo miedo, y claro que lucharé por tu hermano siempre. Y quiero que tengas muy presente que cuentas conmigo para todo, y nada de lo que me dijiste saldrá de mi boca, confía en mí. Pero el día que quieras hablar de eso con tu madre y hermano, quiero estar a tu lado para apoyarte. —dijo el rubio acariciando el rojo cabello de la menor.

Gracias, oppa. Si hablaré con ellos lo prometo. Ya es hora de que sepan cómo es en realidad esa loca. Gracias Jimin.

Un abrazo fraterno fue interrumpido por alguien que tocó a la puerta.

La señora Jiwoo se dejó ver al abrir la puerta encontrando a su hija mucho mas tranquila de como la había visto momentos atrás.

Jimin sonrió cuando la chica abrazó a su madre y fue correspondida con los brazos maternales de la mayor.

—Me alegro que te sientas mejor mi niña.

—Si mamita, me siento más tranquila gracias a Jimin. Por favor discúlpame no he querido angustiarte.

—No te preocupes cariño.

—Bueno será mejor que las deje solas. Supongo que tienen que hablar. —habló el rubio sonriendo a las dos mujeres.

—Gracias, Jimin. Enseguida vamos, para comer todos juntos.

—Está bien. —dijo el rubio cerrando la puerta.

El rubio salió de la habitación de su cuñada caminado hacia el comedor, ahí lo vió, sentado en una de las sillas de la mesa; Hoseok con su rostro serio lo vió llegar, se puso de pie de inmediato, tratando de acercarse a su esposo, pero éste pasó de largo colocando sus manos en el respaldo de la silla donde anteriormente se encontraba el pelinegro.

Jimin, tenemos que hablar.

—Ahora no. —habló tajante mirando de soslayo a su esposo. —Tu madre y Lisa vienen para acá, y no quiero discutir contigo delante de ellas.

THE PRICE OF MY PRIDE || hopeminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora