Capítulo siete

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El chico de cabellos largos y rubios, salía de su penthouse, jugando con las llaves de su auto.

Tomó su celular, busco en su lista de contactos el nombre de su amigo. Había estado fuera del país por varios meses. Había llegado la noche anterior, y extrañaba a su querido bebé, como él le decía.
Así que lo llamaría para darle la sorpresa.

Jimin, después de salir de la mansión a toda prisa, sólo estuvo manejando sin destino, sólo quería relajarse.
Hasta que decidió llegar a su cafetería favorita, bajó de su lujoso auto, y le entregó las llaves al ballet parking, para que lo estacionara.

En cuanto entró al lugar, una mesera se acercó de inmediato, para atenderlo.

Buenas tardes, por aquí por favor— le indicó la mujer.

Llegaron a una mesa que estaba algo aislada de las demás. Eso le gustó al rubio. Pues lo que quería, era estar solo.

¿Le parece bien esta mesa señor?— preguntó la mujer con amabilidad.

— Si, está bien, gracias— contestó el rubio, amable pero indiferente— Sirvame un capuchino, por favor.

—Enseguida, señor. ¿Algo más?—preguntó la mesera, anotando en una tablet el pedido del rubio.

—No. Es todo, gracias— la mujer hizo una reverencia y se retiró.

En ese momento se escuchó el celular de Jimin. El rubio se alegró enseguida al ver el nombre de la persona que le llamaba. Contestó de inmediato.

—¡Vaya!, ¡No puedo creer que seas tú!— soltó Jimin con alegría.

—¡Hola, bebé!. ¡Pues si soy yo, ni más ni más ni menos!. ¡Quiero verte cariño!, ¿en donde estás?, ¿en la universidad?.

—¡No, de echo estoy en nuestra cafetería favorita!.

—¡Excelente!, Llego en quince minutos bebé. Pídeme un capuchino.

—¡Super!, aquí te espero.— Jimin se sentía feliz. Después de colgar la llamada, llegó la mesera con su pedido— le encargo otro capuchino, ¿en unos quince minutos más, por favor?. Llegará un amigo, en ese tiempo— ordenó el rubio, pero esta vez dando una sonrisa a la mujer.

—Claro que si señor. En quince minutos se lo traigo. Provecho señor— la mujer respondió al igual con una sonrisa y se retiró.

 Provecho señor— la mujer respondió al igual con una sonrisa y se retiró

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En otro lugar de Seúl, descansaba plácidamente el prometido de Jimin. Permanecía como si nada en su gran casa, no era tan lujosa como la mansión de los Park, pero no dejaba de ser una bella residencia.

—¿¡Qué haces aquí!?— preguntó la mujer, de cuerpo esbelto, alta y cabello largo color negro, atado en una  coleta. Se veía más joven de lo que era. Quizás el vestido ceñido al cuerpo en color azul marino, y zapatos con tacones de aguja, la hacían ver más joven.

THE PRICE OF MY PRIDE || hopeminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora