Nunca sabemos lo que nos depara el futuro. Nunca sabemos en qué momento el amor llegará a nuestras vidas, y con ello, el dominio de nuestro corazón.
Park Jimin, el ser más engreído y caprichoso, además de vanidoso, pues sabía perfectamente de su atr...
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Sábado 13 de abril Busán, Corea del sur
Así transcurrió este día, en ir y venir en su trabajo, arreglando algunos planos del nuevo proyecto de la empresa Kim.
Jung Hoseok se ponía de acuerdo con su jefe en algunos cosas sobre el proyecto del hotel y también sobre su estadía en la mansión Park.
Siendo ya las tres de la tarde, Jin se disponía a retirarse, no sin antes decirle a su arquitecto estrella que él se encargaría de llevarlo al aeropuerto, poniéndose de acuerdo en la hora ya que al día siguiente no se verían.
-Entonces pasó por ti a las siete en punto, tu vuelo sale a las diez de la mañana, aquí está tu boleto- aclaró el castaño pasándole el pequeño papel al pelirojo.
-Está bien, Jin, nos vemos el lunes. ¡Muchas gracias!- hizo una pequeña reverencia mostrando esa hermosa sonrisa en forma de corazón.
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En la mansión Park, Namjoon, Taehyung y Jimin, terminaban su postre en una plática muy amena, aunque había momentos en los que el rubio se quedaba muy pensativo, pues su prometido no se había comunicado con él en todo el día anterior, y eso lo ponía de muy mal humor, pues nadie puede ignorar a Park Jimin. Namjoon y su primo reían de cosas triviales, el peligris se dió cuenta de la ausencia de su hermano y pasó su mano frente a los ojos del rubio en forma de broma.
-Tierra llamando a Jimin, tierra llamando a Jimin- bromea el peligris fingiendo una voz como si hablara por radio, mientras su primo soltó una carcajada ante la broma de Namjoon-. ¿Jimin?
El rubio escuchó la voz de su hermano y lo mira con molestia.
-¿Qué quieres, hyung?, ¿y tú de qué te ríes, Tae?
El azabache sonríe y se cubre la boca para no soltar otra carcajada.
-Perdón, Jimin-ssi, pero es que parece que estás en otro mundo- dijo el peligris sonriendo.
El rubio chasqueó su lengua levantándose de su silla-: ¡Déjenme en paz!- espetó el rubio dando media vuelta para dirigirse a la terraza.
-¡Jimin!, ¿pero qué te pasa?- preguntó el peligris siendo ignorado.
