Emerita Augusta.
La ciudad que llevaba por nombre la imponente estampa de Augusto. Durante semanas los hombres más allegados a Aurelius habían buscado hasta dar con los miembros de la gens Tigellinus. Habían buscado hasta debajo de las piedras sin encontrar nada que les diera indicios sobre ella, parecía que se los hubiera tragado la tierra, pero no pensaban ceder y habían preguntado en cada taberna, cada prostíbulo y cada posada de la gran ciudad hasta que encontraron información que llevarle al pretoriano.
El clima y la falta de información los llevó a no poder unirse a Aurelius cuando regresaba de Judea rumbo a Egipto, por lo que tuvieron que emprender el largo camino a la tierra de los faraones para encontrarse con él. Era un camino largo, pero luego de un par de semanas a todo galope lograron llegar a Alejandría para encontrarse cara a cara con el pretoriano quien se mantenía escondido en la ciudad luego de que enviara a su esposa e hijas a Judea para su seguridad. Temía que lo encontraran con ellas y que no pudieran librarse de la ira asesina de Adrianus. Quería que su familia viviera.
—Mi señor—anunció un esclavo—, los hombres que ha estado esperando han llegado. Les hemos dado agua y comida por su largo viaje, ahora solicitan su permiso para hablar con usted.
—Que pasen—respondió Aurelius levantándose de la mesa donde se mantenía escribiendo cartas, la que se encontraba redactando era la primera que mandaría a Gia después de varios meses. En ella permanecía un dibujo, el dibujo del regalo del símbolo egipcio que Julia mantenía en su cuello. Cubrió los documentos y luego observó como sus más allegados de confianza entraban y le dedicaban una leve reverencia—. ¿Han encontrado noticias en Emerita Augusta?
—Mi señor, la familia entera está muerta, no hubo forma de hablar con uno de ellos.
—¿Entonces qué información me traen? Siéntense, deben estar agotados por el viaje—los hombres inmediatamente tomaron asiento y de sus túnicas sacaron diversos documentos que había encontrado en el viejo almacén de información pública de la ciudad. Aurelius tomó uno entre sus manos y detectó que el papiro estaba tan viejo que temía que se rompiera en sus manos. Había sido mal cuidado, pero aún se leía "Probatur Causa Mortis" de Tigellinus Aelius.
Al comenzar a leer con atención cada palabra detectaron que el documento era de un joven adolescente de no más de quince años que había perecido bajo las fauces de alguna enfermedad.
—¿Muerto? —preguntó Aurelius consternado.
—Eso no es todo mi señor, hemos investigado de manera profunda por eso hemos tardado más de lo debido. Tigellinus Casius, padre de Tigellinus Aelius luego de la pérdida de su hijo estuvo unos meses lejos de Emerita en una isla de exilio, los más allegados a la familia que aún viven en la ciudad dijo que trajo consigo a un niño.
Aurelius recorrió los papeles con rapidez sintiendo como un escalofrío le recorría el cuerpo. Como si se tratara de una alucinación cientos de recuerdos se mezclaron en su cabeza mientras pensaba en lo que acababan de decirle. Isla, exilio, suplantación de identidad. ¡Eso era lo que tenía en sus manos! Sin embargo, no era todo lo que sus hombres le habían traído desde Emerita.
—Encontramos a una mujer, estuvo casada con un miembro de esa gens y luego de persuadirla con muchas monedas comenzó a hablar y a contar lo que sabía. El primo de su esposo, quien era Tigellinus Casius, perdió a su hijo, era un soldado pretor de rango bajo, a pesar de que su padre intentó persuadirlo para subir de rango con su apoyo él se negó, en primavera, luego de la muerte de su hijo el año anterior fue enviado a la isla de exilio de los enemigos de Augusto, allí pasó una larga temporada y al volver trajo consigo a un niño varón, un adolescente, tenía como trece o catorce años. Cuando la familia lo instó a decir de donde lo había sacado dijo que lo había encontrado rondando solo en las calles y decidió traerlo a casa, era un niño sin hogar, sin embargo, ellos supieron que era mentira, tenía marcas en el cuerpo, unos intensos ojos verdes y el calado en las manos que dejaban los grilletes, era o un esclavo o un prisionero. El tema no era tocado seguido porque cada vez que mencionaba algo con respecto a eso, Casius enfadaba de manera sorpresiva.
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ARTS AMATORIA (VOL III)
Historical FictionCuando el odio lleva a la venganza y los enemigos asechan todo se torna inestable, lo que se creyó posible se torna imposible y las personas en las que creíste fielmente te traicionan. Antes de obtener lo que desean Gia y Maximilian deberán aprender...