CAPITULO 34

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BRITANIA DEL NORTE

(CONQUISTA ROMANA)

La noticia de que Maximilian vivía no tardó en llegar a oídos de las legiones que marchaban haciendo que la tierra vibrara con dirección a los campamentos. Sepronius había desembarcado un día más tarde que Heráclito y ambos pretores terminaron estrechando manos por primera vez un par de horas más tarde. Gia había mandado a Casius a comunicar los pormenores de las nuevas noticias que había encontrado al llegar y exigía la presencia de ambos hombres en el campamento incluso antes de la llegada de las legiones.

Gia no sabía cómo iba a manejarlo, no sabía que iba a hacer con aquel poder que ahora tenía en sus manos, pero que claramente no le pertenecería a ella sola ahora que Maximilian estaba vivo. Marius había ordenado que se le fueran conferidas las mejores joyas y los mejores ropajes de seda del campamento que habían sido confeccionados primeramente para Cornelia, mientras que su equipaje era enviado desde el Sur.

Había dormido cómodamente, aunque los acontecimientos le habían robado el sueño. Ahora que sus nervios estaban un poco calmos y se miraba en el Norte podría tomar las cosas con más calma y pensar con la cabeza más fría. Seia peinaba su cabello recogiendo esas perfectas ondas en un tocado que era sujetado por broches de oro puro y diamantes. Gia no podía dejar de mirarse al espejo mientras intentaba encontrar en su reflejo una respuesta.

Marius caminaba de un lado a otro, mientras Cornelia miraba a su marido formar una zanja en el suelo.

—Ahora con todo lo que me has contado puedo tener claro el proceder que has tomado. En cuanto Aelius se entere de que las legiones han abandonado Egipto y Judea me declarara la guerra a mí, porque soy yo quien se supone que está a la cabeza de todo esto. Es increíble la forma en la que Heraclito y Sepronius han logrado salir de sus provincias con suma discreción. Deben tener un magnífico control o haber aprovechado el cambio de poderes en Roma como distracción.

—Son hombres curtidos en conocimiento, es claro que encontraron la forma de esconder sus intenciones, sin embargo, lo que me preocupa ahora es saber qué posición tomarán ahora que Maximilian está vivo—murmuró Gia volteando en dirección a Marius—. Ahora que Maximilian está vivo no tendre el poder absoluto de las legiones, también le pertenecerán a él y tendrá voz y voto en las decisiones bélicas.

Marius asintió, eso debió cambiar los planes de Gia, pero estaba seguro de que no tendría un efecto terrible en su posición. La lealtad de Heráclito y Sepronius había sido para con Augusto, quien pidió a los pretores pasar su lealtad a Maximilian, sin embargo, con su muerte, se centraron en Gia quien era la única descendiente viva de los Julios que buscaba venganza y en quienes centraron sus intenciones de mantener la promesa. A pesar de ello—aunque con el dinero de Maximilian—, Gia había logrado ganarse el favor de las legiones y eso le daba un voto a favor.

—No debes preocuparte, tu posición como esposa legítima no será puesta en duda y con la presión de los otros dos pretores podremos mantener tu posición intacta e impedir el concubinato, que es nuestro principal objetivo ahora.

Tener que prestar atención a una zorra no era uno de mis planes al venir aquí.

—Pero las cosas cambian y debes de tener claro que ahora es una salvaje, pero si estuvieras en Roma fuera alguna patricia. Cuando se tiene un esposo poderoso siempre tienes que mantenerte alerta y enfocarte en mantenerlo bajo tu yugo, créeme que hay cientos de mujeres que matarían por obtener el lugar de otra, si su vida es mucho más placentera.

—Pelear por un hombre tampoco está en mis planes.

—Entonces no pelees por Maximilian si no por lo que su posición representa. Si vas a pelear que sea por la corona de laurel que deberá colocar sobre tu cabeza cuando esta guerra termine. No le des demasiadas vueltas, te aseguró que eso será más sano para ti.

ARTS AMATORIA (VOL III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora