CAPITULO 54

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BRITANIA DEL NORTE

Las palabras movían legiones.

Eso era algo que Fabio Mario sabía mejor que nadie y a pesar de no haberse criado en un ambiente sensorial dónde los oradores abundaban, fue instruido cómo cualquier romano en el arte de la palabra, pues era un romano que pertenecía a las gentes mayores.

Había hablado con Cornelia durante la noche después de una buena dosis de actividad física. El hombre había terminado empapado en sudor, metido en una tina donde su esposa permanecía a su lado, con su espalda desnuda sobre su pecho marcado.

—No puedes dejarla sola ahora y lo sabes. Creo que es momento de que ambos tomemos un bando y se lo mucho que quieres a Maximilian pero debes de entender que nos estamos jugando el todo por el todo. Debes abrirle los ojos o en su caso darle la espalda.

El hombre se había quedado sin palabras, pensativo, sabiendo que no podría hacer lo que su esposa le había dicho. Ayudaría a Gia en sus planes, pero no podía darle la espalda a Maximilian por mucho que pregonaba que lo haría.

—Mi apoyo será intentando ayudarlos, debe de entender Cornelia, que por mucho que te ame estamos en momentos críticos en los que incluso las peticiones de mi mujer deben de pasar a segundo plano si quiero sobrevivir con ella.

—Me ignoraras entonces.

Marius bufó al ver el tono enfadado.

—Te dije que ayudaría a Gia, pero también debes de entender que soy pretor. Puedo intentar mover las piezas en favor de la Domine, pero sin que esto signifique dañar a Maximilian, tal vez no lo notes, pero ahora que Licinius ha llegado las cosas podrían cambiar.

Cornelia se dio la vuelta y Marius enterró la cabeza en su cuello.

Es su familia ¿Que podría cambiar?—preguntó Cornelia.

Marius sabía claramente la respuesta.

—Gia mueve sus cartas a como puede, pero aunque ella lo niegue, está intentando no dañar a Maximilian en el camino, me refiero a que ella se mide en su proceder pero Licinius no lo hará y en su postura de hombre puede ser mucho más agresivo y tensar la relación del Imperator con su esposa. Licinius en un senador y él uno de gens poderosa para variar, su familia tenía lazos cercanos con aquellos que controlaban las Legiones sensoriales, es posible que sepa cómo moverlas y si eso pasa Gia adquiriría poder, uno mayor del que Maximilian podría tolerar.

—¿Qué quieres decir?

—Que si Gia se pone agresiva, Maximilian también lo hará y aunque de la misma manera que ella se está midiendo, él también tomará sus precauciones y no son algo que podamos tolerar. Las Legiones no pueden estar divididas, te lo digo como militar, Cornelia.

La mujer no comprendía a diferencia de Gia el ambiente militar pero sí que entendió lo que su marido quiso decir. Maximilian se pondría agresivo si las cosas se comenzaban a complicar y si Gia adquiria poder por parte de Licinius.

—No creo que lo haga.

—Subestimas a Maximilian.

Cornelia se dio la vuelta para poder terminar en los brazos de su marido y chocar sus voluptuosos pechos con el fornido pecho de Marius quién sonrió al verla cerrar los brazos de forma provocativa. El hombre de forma descarada terminó inclinando su rostro para besar en medio de ambos y después llevar a su boca uno de sus pezones.

—Subestimo a un hombre enamorado Fabio, porque Maximilian es demasiado idiota como para aceptar que la quiere, que la ama y que se muere por ella pero su jodido ego se lo impide.

—Es orgulloso, mi amor—susurró Marius contra su piel para después sujetar su barbilla de forma juguetona pero a la vez agresiva que tomó por sorpresa pero a la vez excito a la mujer que estaba casi lista para empezar con el segundo embate de su reunión—, pero también es romano y un Julio para variar. Si se siente amenazado por ella va a dañarla, date cuenta y no seas tan romántica.

—¿Tú me dañarias?

La pregunta pudo haber sido considerada como un tanto tonta pues la respuesta esperada habría sido un "no", sin embargo no fue así.

Marius se quedó en silencio y después buscando los ojos de Cornelia le respondió.

—Si me engañas con otro hombre voy a matarte dolorosamente y me vas a desconocer, Cornelia Minor. Soy un hombre que te puede dar todo a manos y quitartelo todo a la vez. Sabes que eres mi mundo, no hagas que mi mundo se caiga y estarás bien.

Eso había sonado terriblemente amenazador, pero en vez de asustarte Cornelia sonrió para después besarlo.

Si pones tus ojos en una esclava sin mi permiso entonces yo voy a envenenarte. No juegues conmigo Fabio, porque soy tan capaz como tú y puedo matarte.

Marius besó sus labios.

—Que Marte me cuide la espalda entonces.

Justo cuando estaba por besarla de nuevo la mujer interpuso su mano para que no pudiera hacerlo. Marius maldijo.

—Tienes que apoyarla de todos modos. Date cuenta que la persona que tiene el error es Maximilian. Gia ha venido desde muy lejos con legiones buscando venganza desde muy lejos solo para encontrarse con esta mierda. Maximilian debe aprender que aunque sea un Dominus y un Julio sigue siendo humano y comete errores, errores tras errores, especialmente con una mujer que le ama tanto. No puedes apoyarlo solo porque es tu amigo, tienes que ayudarlo a reconocer su error.

—¿Quieres quedar viuda?

—Maximilian no va a matarte.

—Tal vez no pero puede amenazar con hacerlo. Para tratar con Maximilian debes hacerlo con inteligencia.

Comienza por sus legados, gánate la confianza de ambos, Agripa parece ser tratable, igual que Visapnio, los cinco pueden ayudarte y darle a Gia lo que le has dicho, después de todo, el título de Mater Castrorum no se lo da el Imperator si no las Legiones.

Los ojos calculadores de Cornelia divirtieron a Marius.

—¿Les convencerás de qué es una señal divina?

—Puedo hacer que la estatua de Marte sangre si eso los hace jurar por Julia.

—Eres terrible.

—No tienes idea, porque cuando acabe está guerra tu y yo estaremos en la cima de la pirámide, pues Maximilian tendrá que darse cuenta de que si está allí es porque tú estuviste allí liberando su cabeza de la soberbia y el orgullo que lo domina. 

ARTS AMATORIA (VOL III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora