CAPITULO 69

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BRITANIA DEL NORTE

CONQUISTA ROMANA

—No puedes dormir con él.

—¿Por qué no?

—¡Porque puede manipularte por allí!

Gia sonrió.

—No voy a negar que—se aclaró la garganta—, tiene herramientas para manipularme pero soy consciente de la naturaleza de mi marido. Creo que él es más manipulable que yo y por lo tanto no tienes nada de qué preocuparte, Licinius.

El hombre levantó las cejas.

—Pareces animada hoy.

—Comí bien anoche.

—Se nota, todo el mundo lo sabe. Hay cosas que no se pueden ocultar en estos campamentos y me temo que tu encuentro un tanto salvaje dentro de las caballerizas es comentado por todo el mundo. No es apropiado esa clase de comportamientos, sabes perfectamente que una Domine debe de ser sinónimo de gracia y de elegancia, como dictan nuestras costumbres....

Los ojos de Gia se clavaron en Licinius.

—Hermano, no quiero sonar corriente pero mi hermana que está por allá tejiendo, va a decirme de forma descarada si el bebé que lleva dentro lo concibió mediante un sueño, cuando Marte o Júpiter, quien sea, bajó y durmió con ella o si fuiste tú.

—Gia pero...

—¡Galia!

—Dime...

—¿Concebiste a tu bebé con Licinius sobre ti?

Galia sonrió.

—Bueno, hermana, no puedo decirlo, pudo haber sido arriba, abajo, al lado, no podría decirte en cual posición fue porque no tengo ese poder—explicó divertida haciendo que Licinius bufara exasperado ante la respuesta de su esposa.

Gia se levantó y golpeó ligeramente su pecho.

No pidas que tenga sexo aburrido para mantener mi respetabilidad, sabes perfectamente que a los hombres no les agrada eso y siendo sincera a mi tampoco....

—Si, no lo niego pero tienes que mantener eso arraigado, protegido, que la gente no piense que eres libertina...

Fátima entró a la estancia para dejar más estambre a Galia.

—¿Por qué habrían de llamarla libertina?

—Me refiero a que no es bueno que una dama fornique en una caballeriza...

—¿Con su marido?—preguntó.

—¡Si! ¡Quién más!

—Entonces no hay problema—dijo la matriarca haciendo que sus hijas sonrieran al ver la cara de Licinius quien pudo relajarse un momento y encontrar paz en aquella conversación poco común, pero divertida—. Si quieres que nos apeguemos a las creencias, entonces la mujer debe cumplir todo lo que su marido quiera, entonces, si él quiere hacerlo sobre heno ¿quien contra su voluntad? Los hombres son descarados por naturaleza incluso tú, así que no te hagas el pulcro.

—¡No dije eso!

—Lo hiciste, querido—dijo su esposa.

—No.

—Si, creo que has envejecido más aquí, ahora tienes pensamientos demasiado conservadores que me hacen cuestionarme si mi marido, el que conocí y tiene gustos para alejados a Maximilian, sigue en ti. Deja a Dominus cumplir sus deseos en el Castrum, si tu no tienes pudor para hacerlo en el templo.

ARTS AMATORIA (VOL III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora