CAPITULO 39

534 81 316
                                    

BRITANIA DEL NORTE

Gia

—¡Un hijo! ¿Ha dado el pretexto de un hijo? ¡Maldito! Te juro por los dioses que yo sería capaz de asegurarme de que nunca fuera capaz de embarazar a una mujer. Es un desgraciado, utiliza la debilidad de una mujer en su contra.

Las palabras de Cornelia no lograron opacar mi preocupación.

Eso puede quitarme el trono, Cornelia.

—¡No va aquitarte nada! Lo aseguro, Juno va a bendecirte, le daras un hijo y te aseguró que todo estara bien. Deja de atormentarte o te pasará como a mí, quien por ser demasiado egoista y pasarme rogando a los dioses en vez de agradecer se me ha negado la oportunidad de dar a luz a un hijo.

Puede que intentara ocultar el tono dolido con el que decía aquello, pero en sus ojos noté el dolor que le causaba tocar el tema. Los hijos eran una herramienta de doble filo y Maximilian acababa de colocarme una daga en el cuello usandola.

—No tengo tanta fé, mucho más considerando que ahora o no me tocara o se asegurará de tomarme como una prostituta si lo hace. Es un obstinado, pero un obstinado demasiado inteligente. No me dejará que lo haga caer tan fácil.

—Sigue siendo un hombre.

—Un hombre que me odia.

—Odio, odio, odio, maldito odio, dudo que alguien que amó tanto pueda odiar a persona que amó tan rapido. Son estupideces, solo tiene el ego dolido.

Sonreí ligeramente.

—Es más peligroso estando así, créeme.

Recordé sus palabras, sus palabras de que su ego y su hombría le dolía. Le volvía loco pensar en mí con Aelius, eso no había pasado, pero que yo se lo dijera no cambiaría que lo pensara, porque si habíamos entrado en concubinato, debía hacerse de esa forma. Debíamos dormir juntos, eso era lo que decía la ley.

¿Qué era lo que tenía que hacer ahora?

Debía seducirlo o simplemente debía quedarme esperando.

Intentar seducirlo podría provocar que me humillara, porque eso parecía ser su entretenimiento favorito. Esperé que pidiera la aunulación del matrimonio, pero jamás pensé que lo hiciera demasiado pronto. Cornelia era mi apoyo, ella parecía escucharme e intentaba darme ánimos, unos que necesitaba demasiado.

Me había golpeado donde más me dolía y él lo sabía.

Intentaba ser fuerte respecto al tema pero las cosas no eran tan sencillas como se imaginaba. Yo tambíen desee un hijo en su momento y me lo reproche, porque tenía una vida de ensueño, era tratada como una reina, una proxima emperatriz y la unica incomienda que esperaban de mí, era imposible de cumplir por mi cuerpo. No podía quedar embarazada.

Me dolió que usara un tema tan delicado en mi contra, estaba jugando sucio, demasiado sucio, pero si él lo hacía yo también podía hacerlo. Debía cuidarse de mí, porque ahora, ante la mejor oportunidad buscaría tenerlo dentro de mí a como diera luegar, con o sin su aprobación.

—Dominus y yo, tenemos problemas, pero me asegurare que esos problemas no nos perjudiquen en la guerra. Nuestros problemas maritales se arreglaran en el lecho, no en la mesa de planificación—expliqué unas horas más tarde cuando pude reunirme en privado con Sepronius y Heraclito con más calma, pues ellos necesitaban descansar luego del largo viaje.

—Nos ha tomado por sorpresa.

Asentía, había sido igual para mí.

—Nunca esperé verlo vivo y menos en una posición tan frivola como esta. Creo que hemos sido victimas del destino. Le culpo por ser tan obstinado, pero no le culpo por sus pensamientos. Estuve casada con el hombre al que debe todo esto—dije con total sinceridad. Intentaba ponerme en su lugar y lo unico que le recriminaba era que confiara tan poco en mí.

ARTS AMATORIA (VOL III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora