BRITANIA DEL NORTE
CONQUISTA ROMANA
(NO APOYO LO QUE AQUÍ SE NARRA, PROCEDER CON PRECAUCIÓN)
Las mujeres huían aterradas.
Sus pies resbalaban en el polvo, mientras intentaban con todas sus fuerzas escapar a los bosques y lograr obtener una salida al infierno que se desataba dentro. Una de ellas fue sujetada por un legionario a pesar de sus gritos.
—¡No, por favor! ¡Yo no dije nada!
La mujer lloriqueó mientras se aferraba al hombre e intentaba convencerlo de su inocencia. Sus vestidos se ensuciaron cuando fue arrastrada por todo el camino empedrado y polvoriento.
Sus gargantas casi se desgarraron de pánico, en un grito gutural cuando vió a una de sus compañeras siendo lanzada a los pies del pretor. Marius era iluminado por la luz de una intensa hoguera, mientras sentado, observaba a las mujeres llegar a sus pies. En su pierna izquierda mantenía su gladius y en la derecha un cuchillo que afilaba de forma delicada.
—¿Quién lo dijo?
—No sé de qué hablaba Dominus.
—¿Quien coño lo dijo?—repitió levantando la mirada solo para observar los ojos asustado de la celta quien tenía sus ropas destrozadas, uno de sus pechos al aire y el sudor empapando su menudo rostro.
—No tengo idea de que...
—¿Me obligaras a decírtelo?
Marius vió a su esposa parada a lo lejos, mientras una esclava le sostenía un cuenco con uvas. Cornelia parecía divertida mirando la situación porque sabía, de forma malvada, a dónde llevaría esa pregunta a su marido.
Su lado malvado, ansiaba ver a la britana ser comida por los buitres. Esa perra iba a pagarlas, una por una. Debió haberlo pensado dos veces antes de jugar con fuego, porque ahora iba a quemarse y de una forma atroz.
La romana vió como la mujer que estaba arrodillada delante de su marido tembló cuando este le sujetó la barbilla y le pidió de nuevo que le diera la respuesta que buscaba. Marius tomó su gladius y señaló a un soldado que yacía a un metro de él, con la cabeza baja y en silencio.
—¿Ella fue la mujer que te cogiste esta mañana?
—Así es, Dominus.
—Recuerdale a esta barbara que fue lo que te dijo mientras le metías la verga—soltó sin pudor alguno Fabio haciendo que la chica temblara al darse cuenta que no había sido llevada allí solo por una equivocación o por que le tocaba.
Había sido acusada.
—Me dijo que se rumoreaba que usted se follaba a la esposa del Imperator. Se acercó a mi oído y me susurró ¿Así se hacen del poder las mujeres en Roma? ¿Montándose en vergas poderosas?
¡Uy!
Eso había sonado fatal pero logró robar una sonrisa amarga en Marius quien no podía creer hasta donde podía llegar el veneno de un chisme. Cuando Maximilian se lo dijo, no tenía fuerza, además, nadie le había tomado importancia pues no pensaban que realmente los hombres se centrarán en ello, sin embargo, cuando el sol subió ese día, todo pareció cambiar y todos tenían algo para decir sobre el rumor. No era una mala broma como lo había tomado al inicio, si no un venenoso rumor que podría costar a Gia el respeto que había ganado.
Era fácil para una mujer, ver caer lo que había construido, especialmente cuando todo el poder que una dama podría alcanzar en Roma, se gana por su reputación.
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ARTS AMATORIA (VOL III)
Historical FictionCuando el odio lleva a la venganza y los enemigos asechan todo se torna inestable, lo que se creyó posible se torna imposible y las personas en las que creíste fielmente te traicionan. Antes de obtener lo que desean Gia y Maximilian deberán aprender...