CAPITULO 57

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BRITANIA DEL NORTE

GIA

No iba a dejar que lograra intimidarme.

No iba a dejar que me aplastara en el templo y tampoco que fuera a imponer su mal carácter en un momento como ese. Sus casi dos metros de altura y ese cuerpo más fornido que antes me sacaban demasiada ventaja, físicamente no estaba para competir con él pero mi carácter si.

—Las legiones escogen lo que desean—afirmé—, pueden imponerme como Mater Castrorum y tú no puedes hacer nada al respecto porque es algo que los soldados deciden no tú. Date cuenta que tus deseos no pueden ser impuestos en las mentes de cada uno de estos hombres. Si me nombran como has dicho, deberás soportar que me siente a tu lado.

—En el sur es donde quiero que te sientes, quiero que te alejes de esto y te quedes allí viviendo tu vida como mejor te plazca. No estoy interesado en empezar una guerra de poder con una mujer.

—¿Crees que estoy en desventaja?

No lo he dicho yo.

—Puede que lo esté y soy consciente de ello. He sufrido toda clase de miserias para llegar aquí y no pienso renunciar ahora. Tu alma, a pesar de que pensé haber logrado hablar contigo y aclarar las cosas, sigue igual de oscura sumergida en la amargura y en tu orgullo. Buscas quitarme lo que es mío.

Cornelia intentó retroceder y escabullirse cuando las tensiones aumentaron.

—Puede que estuviera equivocado al juzgarte por tus decisiones pero mirate ahora, sumergida en la ambición y el deseo de poder que tanto dijiste aborrecer. Dijiste que no eras como las otras mujeres y mirate, ansiando el trono y ansiando el poder.

—¡Perdí a mi marido en Roma, pero a pesar de haber perdido su cuerpo seguí amando profundamente su recuerdo y su alma, vine aquí, encontré vivo su cuerpo pero ya no tenía la misma alma! ¡No tengo nada por lo que pelear ahora salvo por mi derecho y por el derecho de quienes me han apoyado! ¡Mi padre está muerto, mi hermana y mi madre huyendo de Roma y la cabeza de mi cuñado siendo perseguida por los mercenarios! ¡Disculpame por no ser la jodida ilusa que rogaba todos los días a Marte por verte volver! ¡Mientras tu estabas aquí, en Britania, cogiendo a tu golfa yo estaba allá, sumergida en la agonía que trae la muerte y sobreviviendo a la oscuridad de Roma! No tienes ni un jodido derecho de reprocharme nada. Me merezco mi título aunque eso te amargue. ¡No me toques!

Intenté liberarme de su toque pero ya me había sujetado y me había apegado de forma violenta a él.

Puedo tolerar tus ambiciones, pero no juegues conmigo ni con mis legiones. Puedes haberlas traído desde muy lejos pero aunque te pese no podrías controlarlas, me gustaría verte a ti o a Licinius que ya está aquí intentado dirigir a cincuenta mil hombres. Puedes entrar al juego de poder, pero si tocas a las legiones e intentas ocupar terreno que no te corresponde voy a ponerme agresivo.

Su amenaza me erizó la piel.

—No eres el único que se pondrá a la defensiva.

¿Vas a sacarme de mis campamentos?—preguntó burlón.

—No soy tan ilusa como para creerlo posible pero sabes mi posición, sabes quien soy aquí y los dioses lo testifican. Roma me respalda, mientras que a ti solo te respalda tu odio, tu resentimiento y tu amargura. No lo olvides.

—Roma no te respalda, Roma piensa que estás secuestrada por Fabio Mario porque es lo que tu esposo le ha dicho a todo el mundo. Mis legiones te respaldan porque les pagas y porque fuiste quien las reclutó, pero no podrás ir más allá de eso porque al final quien irá delante de ellas seré yo. Recuerda tu lugar mujer o las cosas se pondrán complejas para ti. Conoces Roma pero no conoces los campamentos y te aseguro que son más peligrosos de lo que piensas. Pareces astuta pero olvidas lo peligrosos que son los rumores.

ARTS AMATORIA (VOL III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora