CAPITULO 44

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BRITANIA DEL NORTE

Maximilian

El color de sus ojos me sedujo, por unos segundos me vi embelesado en esa mirada color luna que me mantenían en su punto de visión, seduciendome con un toque temerario y lujurioso. Sus manos sujetaron por la lorica empujándome hacía ella y tomando mis labios con fuerza.

Mis dedos se perdieron dentro de sus vestidos sintiendo la suavidad pero también la muralla que formaba la tela de seda. Maldije para mis adentros. Su tocado estaba comenzando a arruinarse pero a ¿quién demonios le importaba eso? Solo quería follarla contra ese árbol.

Tomé sus manos y las levanté sobre su cabeza mientras devoraba sus labios y besaba su cuello en dirección a ese desvergonzado escote.

Eran míos, nadie más que yo podía verlos.

Nadie más que yo podría ponerlos en su boca y chuparlos como si la vida se les fuera en ello. Solo YO.

Un jadeó escapó de sus labios cuando llevé mis manos a su pecho y dejé que mis dedos juguetearan con sus pezones. Abrió ligeramente sus labios y cerró los ojos dejando que la sensación de placer le erizara la piel. Bajé violentamente los hombros de su vestido liberando sus pechos y sin poder poder evitarlo besé cada uno de ellos. Mi boca se sintió tentada y de inmediato llevé un pezón a ella. Sus manos subieron hasta mi cabeza y entonces jaló mi cabello, enterrando sus dedos entre los mechones de cabello.

Sentí como sujetaba mi barbilla con sus manos, apretó mi mandíbula y entonces mordió su labio para luego sonreír.

—¿Vas a decirme la verdad ahora?—preguntó.

—¿De qué verdad hablas?

—De tu zorra britana—dijo—. ¿Te la has follado o no?

—No hagas preguntas de las que no quieres saber la respuesta. Mantén esa linda boca tuya cerrada y si deseas demasiado mantenerla abierta, solo dimelo, que te pondré de rodillas.

Lleve mis manos a sus labios y acaricie su carnosidad. Estaban hinchados debido a nuestros besos y ese tono rojizo los hacía mirar mucho más deseables. La imagen de ella arrodillada delante de mí hizo que la saliva abandonara mi boca y me vi tentado a sujetarla por el cabello y a arrodillarla delante de mí.

—¿Quiere que lo haga, Dominus?

Mi miembro pareció moverse solo al escucharlo, mucho más cuando alargó su mano de forma descarada y acarició mis labios de una forma lasciva. Apartó su cuerpo del árbol y entonces se inclinó para besar mis labios. Usó su lengua dejándome sentir su húmedo beso, como si buscara darme una demostración de lo que le haría a mi miembro una vez que lo colocara en su boca.

Mientras me besaba sentí como sus manos intentaban adentrarse dentro de la armadura buscando con ansias.

No tenía ni siquiera que decirlo.

Su descaro me era lo más excitante que había presenciado en mucho tiempo.

—¿Quieres hacerlo?—pregunté llevando mis manos a su cuello haciendo que ella levantara su barbilla un poco ante la opresión—. No tienes ni una puta idea de las ganas que tengo desde que llegaste de callar cada una de tus réplicas de esta forma.

—No creo que sea solo para callar mis réplicas, aunque lo niegues te encanta que te rete porque siempre que lo hago terminas de esta forma, perdiendo el control y follandome.

—¿Y qué hay de ti? Me provocas porque sabes cómo terminará.

—No lo niego, no niego. No pienso negar que disfruto de cada una de tus violentas embestidas, ni tampoco esa mirada que me das mientras me sujetas del cuello y me follas estando sobre mí. Disfruto enfadarte, pero disfruto más la forma enferma que tienes de mermar tu enfado.

ARTS AMATORIA (VOL III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora