CAPITULO 42

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BRITANIA DEL NORTE

GIA

Salve, Dominus.

Maximilian se anunció cuando los presentes se pusieron de pie y le saludaron con una reverencia. Sus ojos ámbar se mantuvieron fijos en mí por unos segundos y luego miró a los hombres reunidos con sus imponentes y bien trechos trajes militares.

—No pensé tenerlos aquí tan rápido y como para la mayoría de los que llegan al Norte, tampoco debieron esperar encontrarme a mí aquí.

Se adentró con pasos firmes dentro de la estancia.

—Debe de comprender que para todos ha sido una sorpresa, Dominus. Una sorpresa con la que Marte mismo nos ha bendecido. Teníamos planeada una rebelión, pero ha sido Marte quien nos ha mostrado el camino.

Una ligera y atractiva sonrisa apareció en sus labios, cuando pasaba a mi lado sentí su mano rozar ligeramente la mía. Aquel ligero roce me provocó un escalofrío. Si bien para mi parecía fácil pararme delante de esos hombres, para él le era natural. No comprendía cómo alguien podía pararse delante de un ejército y hablarle inspirandolos antes de la batalla con soltura, con miles de ojos poniendo su atención en él.

Era algo de admirar.

—Plutón es el culpable, me ha dicho que no soy lo suficientemente valioso como para entrar al inframundo. He estado allí pero Cerberus me ha perseguido haciéndome correr un maratón y he regresado al mundo mortal. Tal vez no soy lo suficientemente digno—bromeó haciendo sonreír a los hombres—. Pero ahora estoy aquí, delante de ustedes y agradezco la oportunidad de tener a personas tan leales a mi causa. Augusto se sentiría agradecido de ver la lealtad de aquellos en quien puso sus más grandes atenciones.

—Podemos preguntar ¿Cuál es el estatus que mantiene con las legiones establecidas aquí?—preguntó Sepronius, casi al instante Marius se apartó del pilar y entonces respondió por él.

Dominus ha sido nombrado Imperator por sus legiones.

—¿Imperator? El más alto renombre que puede obtener un general. Esos hombres matarían por usted y moririan por usted, eso significa el título.

—Tal y como yo lo haría con ellos. Si ellos matan y mueren por mi, yo haré lo mismo por ellos sin dudarlo. He vivido dentro de un campamento desde que decidí negarme a pertenecer a la casta política, Augusto decía que odiaba al senado pero no es así, odio a lo que el senado representa, no a los hombres—explicó para luego hacer un gesto despectivo con la mirada—. El senado apoya a quienes lo apoyan, dan poder a quienes les permiten ejercer autoridad, hay senadores que controlan sus legiones senatoriales y no saben si quiere como controlar a una legión. No pelean sus batallas, hacen que otros las peleen por ellos, mientras montan sus enormes corceles blancos y miran la batalla desde la distancia. Yo no soy esa clase de hombre, yo deseo ser uno con quienes lideró en el campo de batalla, si ellos mueren, yo moriré a su lado, así de simple.

Sus palabras me hicieron recordar los versos en el diario de su padre. Al escucharlo hablar sentí como si esas líneas me transportaran a uno de los grandes textos que Germanico escribió en su diario. Fue como si pudiera revivir esos tiempos y mirar como en una obra los sucesos. Le miré embelesada, ese era el efecto que causaba un hombre poderoso hablando con tanto poderío.

Sus palabras fueron complacencia para los legados quienes parecieron más que gustosos ante sus palabras. Pues ese era el pensamiento que toda persona añoraba esperar en quien se colocaba toda la confianza.

—Apreció en verdad que el hombre por el que hemos viajado tanto y puesto en riesgo nuestra vida piense de esa forma. Nuestras legiones están de acuerdo en jurar su lealtad el día de hoy de ser preciso.

ARTS AMATORIA (VOL III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora