BRITANIA DEL NORTE
(PRAETORIUM)
GIA
Hay cosas que Maximilian no podía controlar, una de esas era su posesividad y su deseo. Sus besos robaban la calma, sus caricias despertaban de más de lo que podía controlar, deseaba dejarme llevar, pero también debía mantenerme alerta porque de la misma forma que su deseo insano era incontrolable, también lo era sus ganas de venganza cuando algo se le metía a la cabeza y no iba permitir que usara ese momento para hacer alguna mala jugada. Mi cabeza debía estar fría, aunque mi cuerpo ardiera en llamas.
Deslizó sus manos por mi cuello, haciendo que arqueara un poco mi cabeza y me conectara con su mirada color ámbar. Le miré con altivez, dejándole ver que no me intimidaba su proceder y que iba a resistir lo que sea que me colocara delante.
—Hablas como si dudaras de que realmente te odio.
Una sonrisa soberbia apareció en mis labios.
—Bueno, Dominus, cuando se odia a alguien no se le besa de la forma en que me has besado.
Mire sus ojos arder con ligero enfado. No le gustaba que le llevaran la contraria.
—No confundas mi deseo con esa mierda sentimental, Gia. Si mis recuerdos no me fallan, sé que tienes un lindo y apretado coño y eso es lo que me ha robado la tranquilidad desde que entraste. No importa cuanto te odie, sigues siendo una mujer y yo un hombre—explicó mientras me apretaba el cuello ligeramente y acercaba su rostro unos centímetros hacía mí.
Si, sí, claro.
—No tienes ni que decirlo. Sé que tengo un apretado coño como dices porque recuerdo lo mucho que te encantaba perderte en él. Lo recuerdas ¿Cierto? Aquella ocasión en la Domus, en las albercas, cuidando te viniste en mí y dijiste "Tengamos un hijo". Tengo otras más en mente, Dominus, pero en todas ellas estabas sudoroso y mantenías mi nombre en la punta de la lengua. Si, si, eres un hombre y yo soy una mujer, pero no pretendas enterrar el pasado así porque no te queda, no nos queda a ninguno de los dos.
Acerqué mis labios a los suyos, no pude evitarlo y los humedecí para provocarlo. Maximilian podría ser inquebrantable en cuanto a hacerlo entrar en razón, pero yo estaba segura que en cuanto me quitara la ropa no iba a parar, no iba a existir fuerza que lo detuviera. Escuché su respiración y luego le miré tragar saliva, como si estuviera luchando de forma interna por ganarle a sus deseos.
—Ya no es lo mismo, no lo es. Ni siquiera pienses que al follarte será igual, no me importará tu placer, solo me importará el mío. No mencionaré tu nombre, porque es el que menos he deseado escuchar. No seré compasivo y tampoco cariñoso. Siento que te echarás a llorar si no te digo que te quiero mientras te follo.
Era un imbécil.
Una risilla escapó de mis labios al escucharlo. En su cabeza, la mujer que tenía delante era la misma mujer a la que había tenido en Pompeya. No era la misma, no lo era. No era aquel ser débil que lloraría por cosas banales como esas.
—Sigues creyendo que deseo amor de ti. No Maximilian, no deseo mas tu amor, porque me di cuenta que tu concepto de amor está errado. Si me hubieras amado como dijiste amarte no tuvieras a tu zorra aquí. No estarías follando a otra mujer sabiendo que yo que soy tu esposa, no perdonaría una traición como esa.
—Allí está el problema—afirmó él—. No te considero más mi esposa y por eso puedo follarme a quien desee. Nomas del cognomen Julia en ti, cometí un error al otorgártelo y en cuanto asesine a Aelius te lo pienso quitar en el tribunal de Roma. Te daré tu dote, la dote que me otorgó tu padre y luego te irás de mi vida.
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ARTS AMATORIA (VOL III)
Historical FictionCuando el odio lleva a la venganza y los enemigos asechan todo se torna inestable, lo que se creyó posible se torna imposible y las personas en las que creíste fielmente te traicionan. Antes de obtener lo que desean Gia y Maximilian deberán aprender...