CAPITULO 58

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BRITANIA DEL NORTE

MAXIMILIAN

—Iremos más al norte. Necesito el oro y el hierro de las tribus que se ubican hacía las montañas. Necesito mis mejores cohortes, de preferencia con experiencia en Germania. Me temo que los salvajes que encontraremos allí serán similares a un bárbaro germano.

Coloqué la marca sobre el mapa.

—¿Cuándo?

—En unos días a más tardar. El invierno se ha marchado y necesito cruzar el canal lo antes posible antes de que las nevadas de este año nos embarguen. Quiero todo listo y todos los recursos predispuestos para avanzar en dirección al canal y entrar a las Galias.

Marius vió el mapa.

—Tengo buenos hombres en la Legio XXVI, creo que tienen conocimiento del sur y varias cohortes fueron transferidas de Germania cuando se desmanteló una legión. Puedo enviar a esos hombres a reconocer el terreno.

—Preferiría que los acompañaras.

—¿Como?

Quiero que vayas al norte con las cohortes.

Marius se quedó sorprendido ante mi petición. Era claro que no esperaba que yo le enviara porque sabía lo mucho que odiaba apartarse de los campamentos y de su amada Cornelia. Lo prefería trabajando en cosas que tenía como prioridad.

—Mi lugar está con mis legiones.

—Puedes dejar a alguien encargadas de ellas, si necesitan algo pueden pedírmelo con confianza. Daré un plazo de un mes a las legiones que esperan afuera, están cómodas, nuestros territorios seguros y no hay salvajes a la vista, mientras tanto les abriremos campo y les daremos un lugar apropiado. Yo supervisaré eso, tú cumplirás mis órdenes.

Marius apretó la mandíbula pero se limitó a asentir.

—Nuestros hombres aún están cansados del viaje, concuerdo con la decisión del Imperator con respecto a ellas. No creo que tengamos prisa, especialmente cuando sabemos que su lealtad ya la tiene.

—Tengo planes Heraclito—comenté centrando mi atención en el hombre y despegando mis mano de la mesa donde me mantenía inclinado sobre el mapa—, armaré a mi ejército con espadas y escudos, sacaré tanto oro del norte como pueda y alimentaré a mis ejércitos de dos caminos. Oro del norte de Britania y dinero de mis arcas. Cuando crucemos el canal me aseguraré de que los galos ubicados en la zona norte de la provincia, dejen de enviar tributos a Roma y allí le cortaré un brazo al Cesar. No hay mejor forma de atacar que haciéndolo en puntos estratégicos, si Roma no tiene dinero para alimentar a sus ejércitos, entonces no puede contar con él.

—Debemos tocar un tema importante.

—¿Qué tema?—pregunté al darme cuenta de la seriedad en sus ojos. El praetorium estaba lleno de alguno de sus hombres y Sepronius que le acompañaba aparte de Marius, quien después de conocer su destino parecía haberse quedado callado procesando lo que tenía que hacer.

—El sucesor.

—¿Que con eso?

La guerra es incierta, todo puede pasar y si está batalla se queda sin una causa entonces nos veremos perdidos.

—Llegaste aquí sin una causa Heraclito, o bueno tenías una, venganza, pues bien, yo anhelo lo mismo, quiero que la Roma que mi padre soñó continuar conmigo se mantenga y limpiar mis actos pasados cuando mi odio me hizo negarme a lo inevitable. Si muero ustedes escojan al digno sucesor, mi sangre no corre en las venas de ningún heredero aun y créeme cuando te digo que no lo hará. Estas tierras son complejas y no es el lugar apropiado para que una mujer de a luz.

ARTS AMATORIA (VOL III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora