BRITANIA
(Provincia Romana)
El agua empapaba el cuerpo de una mujer, metía sus manos en la tina mientras su esclava llenaba un poco más de agua. Su cabello oscuro, sus ojos brillantes y su cuerpo mojado la hacían ver como una elegante ninfa marina.
—¿Qué cosas interesantes puedes contarme Akila? —preguntó a su esclava quien al escuchar la pregunta de su señora no dudó en contestar. Era una esclava egipcia que llevaba sirviendo a Cornelia desde hacía muchos años. Estar en un campamento a rebosar de hombres no era sencillo, pero la chica parecía llevarlo de maravilla. Era los ojos y oídos de Cornelia, fuera, en lugares donde ella no podía estar debido a su posición respetable como Domine—. Quiero saber de Dominus, no me refiero a Marius, mi marido siempre viene a verme a mi campamento. Hablo del otro.
Akila supo de inmediato lo que quería saber.
—Ha pasado la mayor parte del tiempo encerrado en el praetorium, permítame decirle que algunos de los legionarios más cercanos dicen que se ha tornado...
—Más agresivo—completo Cornelia. Todos los romanos eran de esa forma, mucho más, un hombre que había nacido en el mes del dios de la guerra. Aquellos hombres que habían nacido bajo esa protección solían tener el peor carácter que ella había conocido. Por suerte, Marius no había nacido en esas fechas o apenas y podría soportarlo. Aun así, su marido tenía un carácter.
—Supongo que esa es la palabra. Los asuntos de guerra ocupan su tiempo por lo que rara vez se le ve recorriendo los campamentos. Ha estado encargándose del correcto establecimiento de las legiones en estos páramos. Debo decir que el praetorium es simplemente admirable. Escuche algunos comentarios de que pronto usted tendrá que marcharse con Dominus allí.
—Me importa poco si es una casa de campaña o un praetorium en forma de castillo. Una mujer como yo está donde su marido y creo que a Maximilian le faltó deducir eso—el tono mordaz con el que dijo aquello no pasó desapercibido para su esclava quien inmediatamente le dio la razón. El praetorium era la residencia de los legados y sus mujeres durante la las guerras, el lugar más cómodo y elegante de todo el campamento.
—Hay otros comentarios Domine—continuó Akila.
—¿Qué clase de comentarios?
—Hay una mujer, una reina celta que parece demasiado interesada en hacerle compañía al Legado, compañía de cama me refiero. Todos hablan de que cada vez que lo mira intenta provocarlo. Como es de esperarse a los soldados no les agrada demasiado que una extranjera intente hechizar a su Dominus.
—Y a ninguna mujer romana le gusta que su marido use zorras durante su estadía en los campos de batalla—comentó Cornelia apretando la mandíbula. No le agradaba aquello, se sentía de alguna mal por Gia. Ella al ser mujer la comprendía, imaginaba el dolor que sintió cuando le anunciaron la muerte de Maximilian, o cuando se vio sola en Roma rodeada de toda clase de peligros. Para los hombres era sencillo, para las mujeres era todo lo contrario. Cornelia adoraba a Gia, era más que una amiga para ella y pensar en Maximilian cometiendo estupideces la carcomió.
Una cosa era una esclava.
Otra, una princesa celta.
Esa clase de mujeres al tener una buena posición deseaban aumentar su poder de esa forma, seduciendo hombres, como Cleopatra en Egipto cuando sedujo a César y a Marco Antonio con sus brujerías. Esa clase de mujeres eran inaceptables en los campamentos de manera concurrente y Cornelia estaba en posición de solicitarlo, después de todo ella era la única Domine que vivía entre esos miles y miles de hombres.
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ARTS AMATORIA (VOL III)
Historical FictionCuando el odio lleva a la venganza y los enemigos asechan todo se torna inestable, lo que se creyó posible se torna imposible y las personas en las que creíste fielmente te traicionan. Antes de obtener lo que desean Gia y Maximilian deberán aprender...