CAPITULO 31

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BRITANIA DEL NORTE

(FRONTERA NORTE)

¿Cuánto tiempo habían pasado en el mar? Gia no lo sabía, lo único que sí sabía era que en algún momento del viaje las náuseas provocadas por el océano se borraron y ella sintió aquel lugar como el sitio más cómodo donde hubiera estado. Un séquito había bajado en Pompeya solo para comprobar que su familia ya había partido en dirección a Britania así que tuvo que seguir su viaje hasta que llegó a la isla que ni en su imaginación pensó que sería de esa forma, mucho más porque la zona en la que bajaron era demasiado salvaje, no como el cómodo puerto del Canal de la Mancha que había el sur.

Heráclito había ordenado comprar ropa propicia para la Domine que se había convertido en pilar fundamental del barco luego de que los hombres supieran que la mujer que les estaba concediendo tantos beneficios los acompañaba y no había soltado ni una sola queja sobre la vida en los barcos de guerra. Gia miraba la costa y los numerosos barcos en ella. Habían recorrido un largo trecho, pero ya se encontraban en el lugar que deseaba, en Britania del Norte.

—Los hombres comenzarán a marchar en dirección a la parte profunda en cuanto logren bajar todo del barco. Hemos enviado vigías a corroborar la zona y a encontrar el campamento de Fabio Mario. Considero prudente que usted viaje con un séquito de hombres para poder encontrar la comodidad pronto, le aseguro que el camino que deben de recorrer estos hombres es largo.

Ella deseaba llegar con Marius lo más pronto posible, las legiones se moverían a pie así que la opción de que ella viajara en caballo era mucho más rápida. Ansiaba abrazar a Cornelia y que ella le escuchara cada cosa que había vivido, necesitaba desahogarse con un alma no maltratada como la de la romana que era una gran amiga. Los vigías exploradores habían salido del primer barco y tenían el objetivo de ubicar los campamentos, aunque por suerte, Heráclito había sido provisto de un mapa.

—¿Cuánto tiempo nos tardará llegar?

—Hemos bajado aquí—señaló el pretor—, un poco más al norte de lo esperado así que entraremos por la zona norte y no por la parte sur. El Pretor Fabio Mario ha señalado sus campamentos en esta zona, en unas horas a caballo porque el viento nos ha favorecido. Con suerte antes del anochecer podríamos estar llegando.

—¿Qué hay de los hombres?

—Son legiones, ellos irán a pie, en unos cuantos días, además Sepronius no debe tardar en llegar, tenemos que esperarlo. Le preparan un caballo y Casius va a acompañarle, él es un magnífico soldado de mi merecida confianza. Irá en compañía de tribunos y centuriones para garantizar su seguridad.

Gia agradeció a Heráclito y en compañía de Seia fueron preparadas para el viaje. Sus largos vestidos rojos fueron cubiertos por una túnica acolchada que tenía una capucha para evitar revelar en esos salvajes caminos que la persona que acompañaba a los soldados era una mujer. Casius la ayudo subiéndola al caballo, debido a que el enorme animal color negro era de un tamaño formidable, pero al tener encima a la mujer pareció que el tamaño era nada. Seia le acompañaba y Gia no podía creer lo que estaba pasando.

Había añorado todos esos meses estar allí, conocer la salvaje tierra que había devorado al hombre que amaba y si todas aquellas historias que se contaban eran ciertas. Todo estaba acertado, largos y extensos bosques, aves que hacían sonidos extraños, ramas que crujían. Las aves se elevaban en el cielo ante las pisadas de los caballos que la acompañaban.

—Era más cercano por esta parte, pero es imposible de transitar para las legiones, como un atajo, pero no complicado para un pequeño séquito—decía Casius mirando con intriga los verdes bosques y los extraños muñecos de madera pegados en los árboles—. Los brujos celtas deben ser numerosos en estas tierras, andan dejando su mierda por todos lados.

ARTS AMATORIA (VOL III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora