GIA
ROMA
(CAPITAL DEL IMPERIO)
—¿Así está mejor, Domine? —preguntó Seia mientras terminaba de acomodar el imponente vestido plateado. La modista la acompañaba y revisaba cada detalle de la magnífica obra de arte que había diseñado. Era un lindo vestido sin mangas, de corte V, que iba con una línea de corte desde el hombro, en diagonal hasta la cintura, allí tenía un bordado en forma de cinturón hecho en hilos de oro con toda clase de pedrería, tenía jades, diamantes y zafiros.
—Me siento muy contenta, hacía mucho tiempo que no vestía a una emperatriz tan joven, espero que mi diseño le haya gustado, Domine.
El diseño era magnífico, no tenía quejas al respecto. La mujer había hecho un grandioso trabajo y con una sonrisa acompañe mi agradecimiento. No podría encontrar un vestido mas lindo en todo Roma como el que ella me había hecho. Afuera escuchaba los gritos incesantes de la gente, parecía un jubileo cosa que me sorprendió.
—¿Hay mucha gente?
—Demasiada, creo que han venido de diversas partes de Roma—informó Seia—, desde que el senado aceptó el nombramiento del nuevo César todo parece haber regresado a su cauce. Todo el mundo habla de la forma inmediata en que comenzó sus labores como emperador. Ha aumentado los impuestos de la gente rica por lo menos en lo que los campos florecen y ha dado semillas a los pobres para cultivar la tierra. Ha permitido que el senado forme parte de su gobierno y le ha cedido mucho poder en los asuntos sociales, los senadores están contentos, siempre están contentos de tener poder.
La deliberación del senado no fue tardía, no era correcto que yo asistiera así que solo termine escuchando lo que mi padre me contó cuando terminó la reunión. Aelius se había presentado al senado, conocía mejor que nadie los asuntos del estado, sabía cómo ganarse a los senadores y había llevado una pila de proscripciones que Adrianus preparaba en caso de ser asesinado. Todas fueron quemadas, todos los senadores que pensaron estar a punto de una persecución por parte del imperio respiraron por primera vez en paz, incluso él, a quien lo de las proscripciones le tomó por sorpresa.
—Pienso que es un hombre inteligente y sabrá llevar el imperio, por eso no dude en darle mi voto de confianza sabiendo que alguien que conoce de carencias y que vine de abajo podrá entender los problemas sociales de la capital y hacerla más próspera—esas habían sido las palabras de mi padre, pero sabía que no solo lo había hecho porque Aelius le causaba confianza, estaba contento y extasiada de que su hija por matrimonio fuera nombrada emperatriz.
Los pregones anunciaron la noticia del ascenso del nuevo César por todos lados, no había rincón del imperio que no supiera que el tiempo de caos que se vivió durante el reinado de Adrianus había llegado a su fin. La modista se acuclilló para corregir el vestido que arrastraba en el suelo. Mientras tanto Seia se acercaba a mí con una bandeja llena de toda clase de joyas.
—He pensado Domine, que tal vez debería usar la tiara—abrió una caja que reconocí de inmediato mostrándome la tiara que Maximilian me había obsequiado durante los Saturnales.
—¡Oh, por los dioses! ¡Pero qué preciosa joya!
La modista no pudo ocultar su sorpresa.
—Pienso igual, creo que le iría bien al vestido. ¿Qué le parece?
La observé por varios segundos recordando el día en que me la había entregado, nevaba y durante el día se había mostrado frívolo. Luego, presa del pesar de que se había olvidado de una fecha importante, bebí tanto vino como pude, lo que pasó después lo recordaba. Oh venus, habíamos hecho el amor.
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ARTS AMATORIA (VOL III)
Historical FictionCuando el odio lleva a la venganza y los enemigos asechan todo se torna inestable, lo que se creyó posible se torna imposible y las personas en las que creíste fielmente te traicionan. Antes de obtener lo que desean Gia y Maximilian deberán aprender...