CAPITULO 16

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GIA

ROMA

(CAPITAL DEL IMPERIO)

Siempre había confiado en mis ojos, pues pensaba que mirando a través de ellos era imposible engañarte a ti mismo. Mis ojos grises miraron pasmados al hombre que tenía delante. No supe el porqué, no supe la razón, lo único que mi cuerpo pudo hacer, fue lanzarse en su dirección y abrazarlo con fuerza. Estaba vivo y yo no podría imaginarlo muerto.

El hombre se quedó rígido ante mi abrazo, pero luego de unos segundos me correspondió.

—Pensé que nunca te vería de nuevo, al menos no vivo.

Me tomé mi tiempo para mirar su rostro, diez años parecían haberle caído encima, pero conversaba ese porte reacio que le caracterizaba. Esos intensos ojos parecían estar más decididos que nunca y parecía gozar de vitalidad.

—Y yo le reprocharía que pensara de esa manera y deseara que fuera así. Mi nombre ha sido ensuciado tanto que a veces, me creó merecedor de tanta suciedad en mi praenomen. Es un placer verte de nuevo, Mater Patriae.

Mater Patriae.

Mis ojos parpadearon ante aquello y entonces, como si se rompiera una burbuja y yo regresara a la realidad alejado de la felicidad de verlo salvo, le tomé el brazo y con severidad pronuncie unas palabras que casi se me quedan atoradas en la garganta.

Tienes que irte, no puedes quedarte, Aelius piensa ir detrás de ti—informe con preocupación pensando en todos lo cruentos finales que ese viaje podría tener. Recordé todas las veces que intenté hacerlo entrar en razón, todas las veces que intenté decirle que sentía que algo andaba mal, pero él parecía empeñado en decir que el asesino de César era Aurelius. Una esperanza nació en mi pecho, deseosa de ir y hablar con él para acabar de una vez por todas con aquella persecución. Puede que las pruebas dijeran una cosa, pero mi corazón se negaba a aceptar la posibilidad de que Aurelius fuera un asesino—. Debes marcharte esta misma noche, si algo malo pasa intentaría con todo mi ser rogarle que aboliera las acusaciones en tu contra, pero...

—Eso no pasará. Nunca pasará.

Su tono fue tajante.

—Aurelius, Aelius estuvo bajo tu mando, ahora es el César, tal vez si decides hablar con él y sincerarte sobre lo que realmente pasó, porque no importa cuanto lo pienses, me niego a aceptar que tú asesinaste a Augusto. Pasaron bastante tiempo juntos en la Castra Praetoria, debería escucharte si le pides que lo haga.

Observé los ojos de los presentes centrados en mí como si hubiera dicho algo malo. Aurelius me miró y luego su rostro dibujó una pequeña sonrisa que no alcanzó sus ojos. Sus manos se colocaron en mis hombros y luego me miró a los ojos.

—Recuerdo perfectamente el día en que te miré por primera vez, estuve observando cada detalle de tu comportamiento, observe esos inocentes ojos observar el mundo con tanta naturalidad y clamor que supe desde el primer instante en que sería tu a quien llevaría delante del César. Soy un soldado, se leer perfectamente los ojos de cualquiera que se ponga delante, en los tuyos observe inocencia, decisión, carácter, aunque un poco arraigado y determinación, entre otras cualidades que son necesarias en una emperatriz. Ahora que vuelvo a verte, la inocencia ha desaparecido y tus ojos han apagado ese brillo, pero el carácter ahora ya no está arraigado, la decisión y la determinación predominan en ti.

Sus palabras provocaron que mis ojos se vidriaran. Ninguna inocencia podría soportar tantos golpes.

—Perdí a lo que más amaba, el futuro que creí tener a las puertas de mi vida se derrumbó. Perdí a Maximilian y con él se fueron mis esperanzas de ser feliz, ahora estoy aquí, casada con un hombre que no amo y el destino me arrastró a ser emperatriz, pero sin tener al lado al emperador que hubiera deseado. Cada día que despierto me pregunto qué hubiera pasado si las cosas hubieran sido diferentes, pero al abrir los ojos descubro que no tiene caso pensarlo, porque no hay forma de que eso ocurra y solo me lastimo. No tengo a quien culpar porque Adrianus a muerto, y el otro culpable que ha sido el destino, ha querido que mi vida fuera así...

ARTS AMATORIA (VOL III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora