CAPITULO 53

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BRITANIA DEL NORTE

GIA

Busqué al lado de la cama.

Efectivamente no había nada.

Pude haber esperado algo mejor para ese despertar pero considerando al hombre que tenía como marido dudaba poder aspirar a algo más digno. En cuanto paró de llover debió haberse marchado y me dejó sola en la cama. Pudo haberme dolido, pero no lo hizo porque era algo predecible.

Abrí los ojos para después cubrir mi cuerpo desnudo entre las sábanas. Mis pechos estaban duros, dolían un poco, supuse que fue debido a sus inclementes caricias nocturnas. Observé una nota en la mesita y entonces bajé de la cama en su búsqueda. Sonreí burlonamente al leer su contenido.

Nox erat bona, cum me eges, respice me.

(La noche fue buena, cuando me necesites, buscame)

Demasiado difícil ese esposo mío, demasiado.

Suspiré para después dejar la nota en la mesa, dispuesta a llamar a Seia para que me ayudara a preparar el baño. Estaba dispuesta a continuar con mis deberes cuando una mujer entró a la estancia.

—Parece como si te hubieran revolcado en la noche. ¿Marte se metió a tu cama y te dio una follada como a Rhea Silvia?—comentó Cornelia acercándose a mí ignorando que estaba desnuda. Mi cabello debía ser un caos.

—Algo similar.

—¿Un esclavo?

Me devoró como uno pero era un Dominus.

Cornelia pareció comprender mi indirecta y no pudo evitar reír para después sujetarme por los hombros. Se acercó como si fuera a decirme un secreto y después hablo:

Se supone que está mal visto en Roma que los hombres hagan eso, pero Marius lo hace, ya sabes, se pierde entre mis piernas como si estuviera devorando una fruta de temporada es...—se aclaró la garganta—, sublime y sensual, especialmente cuando chupa...

—¡Cornelia!

—¿Qué?—preguntó con sorpresa—.¡Ya sé! Te lo hicieron eso anoche y por eso te has puesto roja. No sabía que una Domine tan seria pudiera ponerse tan roja con algo tan común como una comida de coño.

—Tu lo has dicho, no es común.

—Pero no nada más te hicieron eso.

—Digamos que no.

—Me sorprende su nivel de odio, creo que nadie en Roma se odia con tanto fervor como tu y Maximilian. Pelean fervientemente, aunque creo que ganas tú, él la mete y tú le rasguñas. Interesante forma de odiar. Y te marca para variar, excelente, excelente Julia.

Cornelia llevó las manos a mi cuello para ver las marcas de las que hablaba. Me dirigí al espejo para observarlas y efectivamente allí estaban, rojas y visibles. Mierda.

—Maldito.

—¿A qué hora bajó Marte de los cielos y te pegó la follada?

La forma de hablar de Cornelia me robó una sonrisa.

—No lo sé, creo que era media noche.

—La hora en que los dioses bajan de los elíseos ¿Con qué propósito?—preguntó de forma curiosa.

—Tal vez darme condolencias.

—¿Y te las dio?

Sí.

ARTS AMATORIA (VOL III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora