Cuando el odio lleva a la venganza y los enemigos asechan todo se torna inestable, lo que se creyó posible se torna imposible y las personas en las que creíste fielmente te traicionan. Antes de obtener lo que desean Gia y Maximilian deberán aprender...
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BRITANIA DEL NORTE
(TRIBU PICTA)
El humo inundaba todo, las enormes casas de madera que antes sirvieron para albergar a su pueblo, ahora no eran más que carbón. Las mujeres lloraban abrazadas a sus hijos mientras deseaban el retorno a salvo de sus maridos, Iria miró con dolor a las madres sujetar el cuerpo lánguido de sus hijas mientras maldecían mil y una veces el nombre de Roma. No había casi hombres en el lugar, más que aquellos desvalidos o que habían perdido alguna extremidad en la guerra pues no le eran de ayuda a Marius.
Buscó a su padre de inmediato y le encontró ayudando a bajar a unas mujeres que habían sido crucificadas en medio de todo aquello. El viaje en caballo era de un día y medio, a pie era largo. Para que Marius llegara a esa zona envió primero a las legiones y luego él les alcanzó a caballo pues no deseaba irse hasta haber planeado perfectamente el desastre que desataría allí. Engañó a Maximilian, le mintió y salió del campamento con autonomía para ganar tiempo.
Atacaron durante la noche como el ladrón. Vaciaron las bodegas de trigo, violaron a las mujeres, mataron a las que se resistieron y capturaron a los hombres y asesinaron a algunos más. Marius era un hombre al que se debía tener y eso quedó comprobado al mirar el rostro de terror de las mujeres. Iria miró aquellos cadáveres que desprendían cierto aroma. Habían estado ocupados asegurándose de que los que sobrevivieron tuvieran un lugar donde dormir, que habían dejado esos cadáveres un par de días allí, por suerte, el clima era frío y las moscas no eran nada abundantes.
—Les han asesinado como animales, les cortaron la garganta.
Una mujer lloraba en el suelo, mirando a su hija crucificada.
—¿Quién lo hizo?
—El hombre del penacho vertical.
Marius, había sido Marius. Los centuriones usaban el penacho rojo del casco de oreja a oreja de forma horizontal, mientras que los legados y tribunos en forma vertical como símbolo de poder. Ella había mirado el regreso y al único que miró con un casco así fue a Fabio Mario.
—La sujetó por el cabello, la arrastró por la tierra sin importar sus súplicas y luego le enterró una daga en la garganta y le rebanó el cuello de lado a lado como un animal, mientras pronunciaba "Hoc est quod Roma tua Celtica princeps confecit" (Esto es lo que ha conseguido su princesa celta de Roma.) La sangre de mi hija le empapó y luego sin importar nada la lanzó al suelo para degollar a otra y decir "Et est solum quod potui." (Y eso es lo único que lograra conseguir) —sus ojos estaban cargados de miedo y Iria tragó saliva pensando en la forma radical del comportamiento de Marius. Arriesgaba el todo por el todo y aquel sacrificio de su pueblo era necesario para poder alcanzar la romanización. Tenía que poner a Maximilian en contra de Fabio Mario a como diera lugar si quería sobrevivir.
