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Oliver

Leonard no entendía mucho, pero solo con ver la expresión del omega caminó junto a él de forma rápida buscando una farmacia.

Al llegar, notó que Oliver tenía la cara roja, demasiado para ser verdad.

Eso lo preocupó, ¿acaso tendría fiebre?

No parecía.

--¿En qué puedo ayudarles? -- preguntó la encargada, se veía un poco repelente.

--¿Tiene protectores de lactancia? -- preguntó tímido.

La señora asintió, y se dirigió al fondo, buscando lo pedido.

Leonard entendió al instante, por lo que miró al pecho del omega y se asombró al ver que había una gran mancha sobre este.

Iba a decir algo, pero la dependienta no s demoró nada, pues llegó rápidamente, y allí se los mostró a Oliver.

--¿Cuál de estas marcas quiere?

--La más absorbente -- respondió un poco estresado.

--Todas son absorbentes, ¿Cuál desea?

Oliver dió un respiró.

--Cualquiera -- dijo, sintiendo cada vez más húmeda su camisa.

--Si, pero, ¿Cuál de todas las marcas-

--La segunda marca, señora -- interrumpió el alfa, sintiéndose molesto por la actitud de aquella mujer.

Pues ya sea intencionalmente o no, estaba haciendo desesperar a su omega, que necesitaba aquellos protectores con rapidez.

--Ok, serían 5 dólares -- dijo.

Leonard sacó rápidamente el dinero de su billetera y se lo entregó.

--¿Ustedes tienen baño? -- preguntó

--Así es, pero la entrada tiene un costo de 1 dólar.

El alfa asintió.

--¿Dónde está?

La señora señaló.

Oliver y Leonard se dirigieron con rapidez al baño, allí el omega lo miró un poco avergonzado, mientras que Leonard trató de darle la mirada más cálida y tierna posible.

--Tómate el tiempo que desees amor.

El pelirrojo asintió y se encerró en el baño.

Allí notó que la mancha en su camisa era mucho más grande que al inicio.

Quería llorar de frustración.

Se quitó la prenda y miró como su pecho goteaba con demasiada tranquilidad.

Abrió el primer paquete, según la instrucción, debía colocarse el protector sobre el pezón, eso hizo.

Este tenía un tipo de adherente para la piel, de tal forma que no se cayera y no dejara residuos.

Se puso ambos, cada uno en un pezón, y luego se volvió a colocar su camisa.

Al menos ya no sentía la molesta humedad en su pecho.

Se colocó el abrigo también, lo bueno es que era oscuro y no se notaba tanto aquella mancha.

Pero si que tenía olor.

Olor a leche, a bebé, pero sobretodo a leche.

Salió un poco más cómodo, y ahí estaba Leonard esperando, quien al verlo se acercó y lo abrazó.

Coincidencia - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora