Capítulo 34: He sido muy ignorante respecto al mundo hasta ahora.

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     —Has tenido suerte, tus heridas no son graves —comentó Nozomi, pero Sasuke parecía estar en su propio mundo—. Creo que necesitas estar un tiempo a solas, así que, si necesitas algo, llama a la enfermera y pregunta por mí, el hospital es mi segunda casa ahora mismo.

     —Entiendo —susurró el Uchiha.

     Nozomi se paseó por el hospital, curó heridas menores de los pacientes e incluso estuvo hablando con Lee sobre su operación, que se realizaría al mediodía. De repente, una enfermera la llamó diciéndole que Sasuke no estaba en su habitación. Nozomi localizó su chakra, estaba en la azotea, junto a Naruto, corrió como alma que llevaba al diablo y les encontró. Naruto estaba haciendo el rasengan y Sasuke el chidori, iban a atacarse el uno al otro.

     Antes de que impactaran sus jutsus el uno en el otro, Nozomi se puso en medio, alzó sus manos y creó dos entradas de portales que absorbieron el impacto de los jutsus de cada uno, como consecuencia del impacto dentro de aquel espacio negro (que, supuso que le pertenecía), cayó al suelo tosiendo sangre.

     —Kakashi no nos enseñó ese jutsu para herir a nuestros compañeros —le dijo la chica a Sasuke antes de quedarse inconsciente.

     —¡Nozomi! ¡Nozomi! —gritó el Uzumaki, corriendo hasta la chica. Al llegar a su lado se arrodilló y zarandeó su cuerpo—. Despierta, despierta —susurraba mientras sus manos temblaban y su respiración se entrecortaba. Sasuke miró a la chica, su cabeza iba a mil por hora, había herido de gravedad a una de las pocas personas que le importaba de verdad.

     —¡Nozomi! —exclamó Kakashi, agarrando el cuerpo de la chica—. Vosotros dos... habéis llegado demasiado lejos. ¿Pretendías herir a Naruto? Mira lo que has conseguido. Sois unos críos. —Se llevó a la chica al despacho de Tsunade en el hospital. —Tsunade, hemorragia interna... —La rubia extendió el cuerpo de su discípula sobre la mesa, tirando todo lo demás al suelo y comenzó a regenerar los tejidos internos de la joven ninja.

     —¿Qué ha pasado? Está todo destruido —susurró la sannin—. Unos segundos más y no lo hubiese contado.

     —Ha parado el rasengan de Naruto y el chidori de Sasuke con sus portales, les ha protegido a costa de ella misma —explicó el hombre.

     —Naruto —susurró Nozomi, levantando la mano—. Sasuke. —Kakashi la agarró.

     —Descansa —murmuró el Hatake.

     —¿Están bien? —preguntó la chunin, que procedió a toser sangre.

     —Perfectamente —respondió el hombre. Ella asintió y se quedó dormida.

     —Estabilizada —dijo Tsunade.

     La chica se despertó en una habitación de hospital, era de noche y el viento era más gélido que de costumbre. Su amigo debía haberse marchado ya de la aldea, nada podía hacer que se quedase, siquiera ella. Lo supo justo el día que le abrazó después de la masacre, la esperanza había abandonado sus ojos, y ahora él abandonaría a Nozomi. Cerró los ojos e intentó retener las lágrimas, lo peor era que no podría buscarlo —siquiera localizarlo— en su estado actual.

     —Lo siento —susurró Sasuke, entrando por la ventana—, lo siento, lo siento, lo siento.

     —No te preocupes —murmuró Nozomi—. No puedes seguir en esta villa, ¿verdad? Eso es lo que me quieres decir, por eso te disculpas.

     —¿Cómo lo has sabido? —preguntó el Uchiha. La chica sonrió.

     —Soy tu mejor amiga, sé todo lo que piensas incluso antes de que lo pienses, es mi talento oculto —bromeó—. Aunque no esperaba que te despidieras de mí, estoy ciertamente sorprendida.

Smile | Naruto UzumakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora