Capítulo 3: Los sueños que flotan en una espesa bruma granate.

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     Todo se había roto de la noche a la mañana en la vida de Sasuke; había perdido a su familia, a su modelo a seguir lo habían tildado de criminal, lo que era, y lo peor era que no tenía a nadie que estuviese con él en esos momentos tan duros.

     El día siguiente a la tragedia, se quedó en el hospital para que le hiciesen algunas pruebas mientras miles de preguntas inundaban su cabeza. De toda la gente, ¿por qué él estaba vivo? ¿Por qué era él quien tenía que cargar con el dolor? Ese día, Sasuke lloró, no como un niño, nunca más podría hacerlo, sino como alguien que lo había perdido todo en unos instantes.

     Esa misma tarde regresó a su casa, muerto de miedo, para recoger sus pertenencias y mudarse a un apartamento lo suficientemente lejos de allí como para que sus heridas sanaran. Una vez se instaló, se quedó dormido, aquella sería la primera vez que su madre no le despertaría con un "buenos días, cariño, es hora de levantarse" para ir a la academia.

     Por la mañana, se vistió, agarró la mochila y se fue a clase. Mientras caminaba, notaba susurros, caras de lástima e incluso comentarios obscenos hacia su persona. Retuvo las lágrimas y continuó hasta llegar a la academia. Mientras todo el mundo le miraba con pena, Nozomi corrió hasta él y lo abrazó.

     —No me dejaron entrar en el hospital... lo siento tanto... —susurró ella, notando como Sasuke comenzaba a llorar con la cara escondida en su hombro—. No estás solo, nos tienes a Naruto y a mí.

     —Gracias, Nozomi. —El Uchiha vio reflejada a su madre en esa vivaracha niña; el pensar en que no volvería a ver a Mikoto le asustó, más bien le asustó perder a alguien como ella, otra vez. El nombre de Nozomi significaba esperanza, pero el miedo le motivaba más que eso, Sasuke lo sabía, y era ese medio de perder a su esperanza lo que le motivó a querer protegerla a toda costa. Porque nadie se había atrevido a acercarse a él para alegrarle, excepto ella.

     —Entremos a clase, este será un día muy largo. —La Senju limpió las lágrimas de su amigo y le sonrió.

     —Sí, lo siento —contestó él. La de cabellos grisáceos lo miró extrañada.

     —No deberías disculparte porque me haya preocupado por ti. Cuando alguien te importa, no quieres verlo mal, y tú me importas mucho. —Ensanchó su sonrisa, siquiera eso había podido hacer que él se animara, nada podía.

     Entraron en su clase. Nozomi y Sasuke se sentaron en el último banco, y Naruto, al ver a su amiga, quiso ir con ella, pero, al ver que señalaba a Sasuke y negaba con la cabeza, decidió no hacerlo. Su relación con el Uchiha era pésima, pero la chica les mantenía unidos.

     Las clases pasaron de forma lenta y aburrida. Sasuke miraba por la ventana con aires de melancolía mucho más de lo habitual, mientras que la de ojos negros apretaba sus puños de vez en cuando por no poder hacer nada por él, sin darse cuenta de que, el simple hecho de quedarse junto a él le bastaba al Uchiha.

     Al salir al patio, Sasuke fue sin bentō, pues nadie había podido preparárselo. Nozomi dijo que saldría un momento, agarró su bandeja con comida y la de Sasuke, que estaba en su mochila todavía. Puso la mitad de su bentō en la caja del Uchiha y, además, le regaló todos sus tomates. Se dirigió hacia un árbol donde Sasuke solía estar y le enseñó su bentō.

     —¿Por qué tienes eso? —le preguntó el niño. Ella sonrió.

     —Deberías comer, quizá tú madre te haya preparado algo desde el cielo —respondió, sonriendo tristemente. Sasuke agarró su cajita azul y vio como sí que había comida dentro.

     —¡Imposible! —exclamó él, sintiendo como una emoción inexplicable invadía su cuerpo. Su madre quizá no se había ido del todo.

     —¡Me alegro mucho por ti, Sasuke! —dijo Nozomi, sentándose a su lado y comenzando a comer el arroz.

     —Seguro que ha sido gracias a ti, seguro que me has traído suerte —comentó el Uchiha. Nozomi inclinó su cabeza y comenzó a hablar con la boca llena.

     —¿Yo? ¡Qué va! Es porque tu madre se preocupa mucho por ti —afirmó con arroz en sus mejillas. Desde ese día, Nozomi ponía comida en el bentō de su amigo, esperando que se recuperara lo antes posible.

 Desde ese día, Nozomi ponía comida en el bentō de su amigo, esperando que se recuperara lo antes posible

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Nozomi no tiene color preferido, pero prefiere los tonos neutros antes que los chillones.

Nozomi no tiene color preferido, pero prefiere los tonos neutros antes que los chillones

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Smile | Naruto UzumakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora