Capítulo 5: Cuando la suerte se convierte en una realidad.

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     El día del examen de ascenso a genin llegó. La media de suspiros de Nozomi se había incrementado estrepitosamente. Naruto intentaba calmarla pero él estaba más o menos igual, así que solo conseguía ponerla más nerviosa. Sasuke era el único que se mantenía impasible, en un completo estado de ataraxia.

     —Es tan injusto... —susurraba la Senju, mirando al de cabellos negros.

     —¿Qué es injusto? —preguntó Sasuke, mirándola a los ojos.

     —¡Que todo se te dé bien! —exclamó ella, estampando su cabeza contra la mesa.

     —¡Nozomi! ¡¿Estás bien?! —gritó Naruto a su otro lado.

     —Estoy perfectamente bien, teniendo en cuenta que voy a suspender —contestó la de cabellos grisáceos.

     —No es para tanto, seguro que consigues hacer algo. —Sasuke intentó consolarla.

     —¿Algo? Todavía no han conseguido identificar el tipo de mi chakra, va a su completa bola. Soy un caso perdido —murmuró ella.

     —Pero ya has conseguido hacer dos copias de ti otras veces —dijo Naruto, agarrando su mano derecha, Sasuke instintivamente agarró la izquierda. Nozomi debía ser compartida. Era la ley "Nozomi para todos", una especie de tratado creado entre los chicos de clase para evitar que alguno se le declarase. Y no era por alardear, pero había funcionado muy bien, Kiba se sentía orgulloso de su creación.

     —Eso es cierto, pero estoy preocupada... ojalá todo vaya bien, lo mismo para vosotros —habló la Senju, soltando el agarre de ambos. Iruka entró en busca de la primera víctima del examen. Nozomi miró el lugar aterrada.

     —Nozomi, todo saldrá bien, ya verás —comentó Naruto, sonriéndola. El corazón de la de ojos negros dio un vuelco.

     Los tres compañeros no fueron capaces de articular palabra en lo que quedaba de espera al examen. La chica entró de las primeras, Sasuke y Naruto se levantaron y, para sorpresa de Nozomi, el Uchiha la abrazó.

     —Confío en ti —susurró Sasuke. "Oh, mierda, más presión", pensó la Senju, sonriéndole. Naruto le sonrió y ella le devolvió el gesto.

     Sus manos temblaban, su respiración se había acelerado y hasta caminar se le hacía difícil. Llegó al aula en cuestión, allí había otro profesor además de Iruka.

     —Muy buenas, Nozomi, buena suerte —dijo Iruka, entrelazando las manos.

     —No creo en la suerte, aun así, gracias —susurró ella. Juntó sus manos y empezó a remover su chakra, buscando el punto justo para utilizarlo.

     Sus pies se recubrieron con chakra y, de ahí, salieron dos Nozomi más.

     —Ese ha sido el jutsu de multiplicación más extraño que he visto jamás —comentó Iruka.

     —Lo importante es que lo ha conseguido, ¿verdad? —preguntó el otro hombre de pelo blanco.

     —Sí, felicidades, puedes coger cualquier bandana. —Nozomi no podía creerlo; lo había conseguido, estaba tan feliz que no podía ni pensar. Agarró la primera cinta que vio y corrió a su aula de nuevo, sin atársela ni nada. Entró en clase gritando de alegría y agitando la bandana como si fuera su trofeo más preciado.

     Kiba, el más cercano a ella, la abrazó, ella lo correspondió felizmente. Podría seguir junto a Naruto, podría estar con él.

     —¡Felicidades, Nozomi! —exclamó el castaño, apretando su agarre.

     —Muchas gracias, Kiba —contestó ella, sonriendo. El Uzumaki apartó a los dos jóvenes y la abrazó.

     —¡Siempre supe que lo conseguirías, de veras! —gritó Naruto. La Senju reposó su cabeza en el hombro del rubio.

     —Muchas gracias, de verdad —susurró ella, sonriendo. Ambos volvieron a su asiento, donde el Uchiha les esperaba. Sasuke sonrió al ver la bandana en la mano de su amiga.

     —Veo que has podido con ello, me alegro —dijo el de cabellos negros.

     —Gracias, Sasuke —susurró ella—. Ahora tengo un gran dilema, ¿dónde me pongo la cinta? —preguntó ella, contenta.

     —Déjame, ¡yo te la pongo, de veras! —exclamó el rubio, quitándole la cinta de sus manos. Rodeó su cuello con sus brazos, y la ató ahí—. Te queda muy bien. —El Uzumaki, sonriendo.

     —Muchas gracias, rezaré por ti —dijo Nozomi.

     Esperó a la entrada triumfal del Uzumaki pero, una vez lo hizo, todo se tornó frío. Sus plegarias no habían sido suficiente y él no tenía nada en sus manos. La Senju se levantó abruptamente y corrió hacia él. En un momento, el mundo se le había caído.

Nozomi no tiene su vida en alta estima y piensa que debe dedicarse a ayudar a los demás para encontrarle un mínimo de valor

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Nozomi no tiene su vida en alta estima y piensa que debe dedicarse a ayudar a los demás para encontrarle un mínimo de valor.

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Smile | Naruto UzumakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora