Capítulo 52: Los humanos somos todos una sarta de hipócritas.

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     Nozomi se despertó con los primeros rayos de sol. Se cambió de ropa y recogió su habitación. Al acabar, salió afuera, tenía pensado entrenar un poco, pero, para su sorpresa, Sai estaba allí dibujando.

     —Buenos días —saludó la chica, acercándose al de ojos negros.

     —Buenos días —respondió él.

     —Oh, dibujas muy bien, creo que ya sé quién eres... —susurró Nozomi con una sonrisa en la cara—. Eras aquel niño en la escuadra tres, ¿verdad? Tuve que ir con vosotros un día para suplir la baja de vuestro ninja médico.

     —No te equivocas.

     —Sí que dibujas bien, qué envidia —comentó sonriendo. Él la miró.

     —Tú sonrisa real es mucho más bonita que la fingida, ¿qué opinas de la mía? —preguntó el chico y sonrió forzadamente.

     —Pues que, en vez de transmitir alegría, transmite pavor... —respondió ella, sentándose a su lado, y miró al frente—. Creo que te entiendo, aunque me dé mal rollo, no dejes de sonreír. Quizás algún día tu sonrisa se vuelva verdadera.

     —Entiendo... Esperaba una respuesta más positiva...

     —¿Qué título le pondrás? —preguntó la Hatake, observando la pintura.

     —Ninguno, nunca pongo título a mis obras —contestó con simpleza—. No puedo hacerlo, no siento nada.

     —Ya veo, de tal palo, tal astilla. Bueno, de tal pintor, tal pintura. —La chica cambió su expresión afable por una más seria. —¿Cuál es tu misión?

     —¿A qué te refieres? —susurró él.

     —No creas que me chupo el dedo, estuve en ANBU suficiente tiempo como para saber de Danzo y Raíz. Me hago una idea de lo que planeas hacer, así que quiero que sepas que, si intentas herir a alguno de los integrantes del equipo Kakashi... Te asesinaré. —Sonrió. Él le devolvió la sonrisa. —¡Naruto!

     —¡Nozomi, ¿qué haces con ese tipo?! —gritó el rubio.

     —¡Estaba viendo cómo pinta, es muy bueno, ven!

     —No tengo tiempo para esas tonterías, el capitán me ha pedido que os busque, tenemos que irnos ya. —Aun así, el chico se acercó para ver qué estaba pintando Sai. —Pues ese cuadro no es para tanto...

     —Tienes razón. Igual que tu pene —respondió el nuevo integrante mientras sus dos compañeros enrojecían.

     —Que te quede muy, pero que muy claro. ¡Me caes como el culo! ¡Si tienes otra queja de mí, dímelo a la cara, sin sonrisitas falsas! ¡Si quieres pelea, te la doy cuando quieras! —gritó el Uzumaki.

     —¿Otra queja de ti? No tengo ninguna. Lo cierto es que me la traes bien floja —admitió el de ANBU—. Podéis adelantaros. Iré en cuanto termine de recoger.

     —Deja que te ayude, al fin y al cabo, somos compañeros —comentó la chica, recogiendo un par de pinturas y un libro del suelo—. Oh, ¿lo has hecho tú? —Observó uno de los libros.

     —Sí —respondió Sai sin darle importancia, guardándolo en la mochila. Nozomi se acercó a él y le abrazó.

     —Menciona una vez más algo referente a la entrepierna de Naruto y te quedarás como un muñeco: nada por delante y nada por detrás, ¿entendido? —preguntó sonriendo. Él asintió—. Me gusta que nos llevemos tan bien, Sai.

     —No entiendo por qué te molesta tanto que le diga sus verdades, ¿eres su novia?

     —¡Claro que no! ¡Me sentaría igual de mal que si lo hiciera él contigo! Es asqueroso que digas esas cosas cuando hay una mujer delante —explicó Nozomi.

Smile | Naruto UzumakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora