CAPITULO 3

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Después de tanto revisar la información que este extraño me había enviado, la fatiga finalmente me venció. El sueño me envolvió, llevándose el peso de la confusión... al menos por unas horas. Mañana sería otro día, otro laberinto enredado que necesitaría desentrañar cuanto antes. No quería seguir participando en este juego enfermizo al que me habían arrastrado sin siquiera pedirlo.

Cuando los primeros rayos del sol atravesaron la ventana, desperté sintiéndome extrañamente pesado, como si el cansancio se hubiera asentado más profundamente en mí durante la noche. No sabía qué hora era, ni tampoco cuándo me había rendido al sueño. Pero ahí estaba, tumbada en la cama, los ojos fijos en el techo, inmóvil, como si el simple hecho de levantarme fuera una tarea titánica.

Entonces, un sonido me sacudió. Mi celular vibró en la mesita de noche. "No... no puede ser. Que no sean ellos otra vez", pensé, con el corazón acelerándose por un instante.

MENSAJE

Cleo: ¡Qué pena! Estoy camino al trabajo, pero antes quería agregarte.
Karol: Ok, no hay problema.
Cleo: ¡Que estés bien! Hablamos en otro momento.
Karol: ¡Dale!

FIN DE LOS MENSAJES

"Por Dios... ¿me van a agregar uno por uno?", me dije en voz baja, con un suspiro de exasperación. No podía creer que alguien más estuviera intentando involucrarse. Todo esto me estaba superando. Sentí cómo una opresión sutil se asentaba en mi pecho. No podía seguir atada a estos desconocidos, no ahora, no cuando mi propia vida ya era un caos que apenas lograba sostener.

Me levanté lentamente de la cama, sintiendo como si una sombra invisible pesara sobre mis hombros. El hambre me recordaba que debía alimentarme, así que bajé las escaleras buscando algo para comer. Mi madre estaba en la cocina, como siempre, preparando el desayuno, tan tranquila en su propio mundo, ajena al mío.

—Buenos días, dormilona —me saludó con una sonrisa.

—Buenos días, mamá. —Intenté sonar despreocupada, pero sentí que mi voz no lograba disimular de todo la inquietud.

—Tu padre se fue temprano al trabajo, así que somos solo nosotras. Prepara panqueques con frutas y tu jugo favorito.

El olor familiar de los pancakes me hizo sentir momentáneamente segura, pero en mi mente seguía girando el recuerdo de las palabras de Tomás y los mensajes que no dejaban de llegar, como ecos de un mal sueño que no terminaba. Todo era tan surrealista que parecía una pesadilla de la cual no podía despertar.

Tras terminar el desayuno, subí a darme una ducha. El agua caliente corrió sobre mi piel, pero no logró despejarme por completo. Me vestí con rapidez: un top oscuro, joggers grises y una gorra negra. Me gustaba sentirme cómoda, como si el atuendo pudiera darme algo de control en medio del caos. Pero justo cuando estaba a punto de salir, mi celular vibró de nuevo. El maldito celular.

MENSAJE

Tomás: ¡Así que, he vuelto! Y... ¿Dónde nos hemos quedado?

Karol: ¡Oh! Vaya que sorpresa, son ustedes de nuevo...

Tomás: Si... somos nosotros, ya me acorde. Nos hemos quedado en, que estábamos hablando de los demás. Preferiría no hablar tanto de ellos.

Karol: ¿Por qué?

Tomás: Pues... la puedo cagar y es lo que menos quiero.

Karol: ¿Qué quieres decir con eso?

Tomás: Es que puedo dar una impresión equivocada de mi... y es lo que menos quiero. Bueno... dime ¿Qué quieres saber? Cosa de que te puedas ayuda.

¿Quién eres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora