CAP 34 Eres perfecta

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Punto de vista de Erica
[Contenido Maduro]

—¿Te quedas conmigo esta noche?— me pregunta Ace.
Sus palabras me hacen respirar entrecortadamente. Lo único que deseo es pasar el resto de la noche con él, pero no sé cómo reaccionarán los demás hermanos si paso la noche con uno solo de ellos. No quiero que se enfaden.
—No lo sé—, respondo mansamente. —¿Qué pensarán Bryce y Chris?—.
Ace suelta un suspiro frustrado. —Les parecerá bien. Tendrán su oportunidad de pasar la noche contigo cuando te lleven a una cita
—No sé cómo manejar esta situación—, digo con sinceridad. -Si solo estuviera apareada con uno de vosotros sería más fácil, pero tengo que tener en cuenta los sentimientos de todos.
Se pasa los dedos por el pelo rubio y me doy cuenta de que está frustrado. —Hemos inventado nuestras propias reglas—. Le miro sorprendida. —¿Lo hicisteis?
—Lo hicimos—, me responde Ace con una sonrisa en la cara. —Una de nuestras reglas es no tener celos—.
—Entonces—, tropiezo ligeramente con mis palabras. -¿Bryce y Chris no se enfadarán conmigo?—.
—Claro que no—, dice mientras me pasa las manos por los brazos.
—Te estás enfriando, volvamos dentro—.
Me pongo en pie y me rodeo con los brazos, intentando entrar en calor. Ace me rodea con sus brazos y el cosquilleo del vínculo me
llena de calor.
—Vale—, susurro. —Me quedaré contigo-.
La cara de Ace se ilumina como la de un niño en Navidad, me coge en brazos y me hace girar en círculo. —¿De verdad?— me pregunta cuando me vuelve a poner de pie.
—Lo haré—, no puedo reprimir la sonrisa que se dibuja en mis labios.
Creo que no había visto a Ace tan emocionado desde la mañana siguiente a descubrir que yo era su pareja. Me pasa las manos por los costados y me sube lentamente la cremallera del vestido, impidiendo que mi piel entre en contacto con el aire fresco de la noche. Cogiéndome de la mano, Ace me lleva de vuelta a la cabaña y veo que la cena ha quedado completamente limpia.
-¿Cómo?— Lo miro confundida mientras hago un gesto hacia donde solía estar la cena.
—Pedí ayuda a algunos de los omegas—, se encoge de hombros.
—Estuvieron más que dispuestos a ayudar cuando se enteraron de que la sorpresa era para ti. Parece que les caes muy bien—.
Se me calienta la cara ante la idea de que alguien me oiga gritar de éxtasis y me encuentro mirando al suelo.
—No pasa nada—, dice Ace mientras me levanta la barbilla para que le mire. —Estoy seguro de que ya se habían ido antes de que te hiciera gritar—.
—¿Cómo sabías en qué estaba pensando?—. pregunto, poniendo las manos en las caderas.
—El rubor que se extendió por tu cara lo decía todo—. Ace sonríe en mi dirección.
—¿Así que ya se han ido?— pregunto y noto que mi cara se sonroja aún más.
—Sí, volverán por la mañana para limpiar—. me informa Ace. - ¿Por qué lo preguntas?—.
No respondo de inmediato. Se me pasan tantas cosas por la cabeza que no sé por dónde empezar. Mi virginidad no está sobre la mesa, pero eso no significa que no pueda devolver el favor de otra manera. He leído suficientes novelas románticas que creo que sé lo que hago.
—¿En qué estás pensando?— me dice Ace mientras me abraza.
Me muerdo el labio inferior y me debato entre decírselo o actuar.
Parece que se me traba la voz en la garganta. Me separo de los brazos de Ace, le tiro del cinturón y le desabrocho los pantalones.
Meto la mano en sus pantalones y agarro su enorme miembro.
Trago saliva y me arrodillo. ¿Estoy realmente preparada para hacerlo?
Voy a bajarle los pantalones y Ace me los agarra para impedir que me los quite.
—¿Qué estás haciendo? Me pregunta, y esta vez es su cara la que se pone roja.
—Devolviéndole el favor—, intento sonar lo más seductora posible.
Ace intenta ponerme de pie, pero yo me niego. —No tienes por qué hacerlo—, me dice mientras me mira.
—Pero quiero hacerlo—, hago un pequeño mohín con el labio inferior.
—¿Has hecho algo así antes?—. me pregunta Ace dubitativo. Niego con la cabeza mientras sigo tirando de sus pantalones.
Finalmente se rinde y sus pantalones caen al suelo delante de mí.
Ace está delante de mí en camiseta y calzoncillos. Veo su erección empujando la tela de los calzoncillos y se me hace la boca agua.
Quiero saborearlo como él me ha saboreado a mí. Agarro su polla a través de los calzoncillos y noto cómo se retuerce excitada en mi mano.
Le bajo los calzoncillos y su polla brota delante de mi cara. Lo agarro con una mano y empiezo a acariciarlo suavemente. Una gotita de semen aparece en la punta de su polla, saco la lengua y la lamo. Gimo al sentir su sabor y me la meto en la boca con avidez.
—Joder—, gime Ace mientras envuelvo la cabeza de su polla con los labios y le doy vueltas con la lengua. —¿Puedes meterte más de mí en la boca?
Sin dudarlo, muevo la cabeza hacia delante y le meto toda la polla que puedo. Ace gime con fuerza y me pone la mano en la nuca, guiándome hacia delante y hacia atrás. Abro la garganta e inspiro y expiro por la nariz, intentando absorber todo lo que puedo. Tengo arcadas y balbuceo sobre su polla, pero a él no parece importarle.
Acaricio con la mano la base de la polla que no me cabe en la boca y noto cómo Ace se endurece bajo mis caricias.
—Erica—, gime con fuerza. —Me voy a correr—.

Intenta apartar mi cabeza de su polla, pero la idea de que se corra en mi boca sólo hace que lo desee más. Ace me enreda los dedos en el pelo y me sujeta a su polla mientras vacía su semen en mi boca. Me la trago con avidez y le lamo la punta de la polla.
-Joder, Erica—, gime mientras me pone de pie. —Eres jodidamente perfecta—.

Maldecida con los trillizos alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora