Cap 65 Cállate y bésame

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POV de Chris

La luz del sol se cuela por la pequeña ventana del apartamento y me doy cuenta de que tengo los brazos fuertemente envueltos alrededor de alguien. Intento recordar lo que pasó anoche, pero todo está borroso. Recuerdo que le dije a Lynne que necesitaba beber para olvidar que Erica era mi compañera, pero después de eso sólo recuerdo trozos. Pero recuerdo a una mujer rubia intentando llevarme a casa anoche.
Diosa', gimo para mis adentros. ¿Qué he hecho?
Cyan se ríe a carcajadas en mi mente y el sonido me hace estremecer. Siento que la cabeza se me parte en dos.
Miro a la mujer que tengo abrazada. Lo único que veo es un montón de pelo rubio, pero el aroma a lavanda flota en el aire. El aroma me hace la boca agua y sólo conozco a una loba capaz de provocar esa reacción sólo con su olor. Erica. Suelto un pequeño suspiro de alivio y me dejo relajar a su lado.
Erica se remueve en mis brazos y sé que empieza a despertarse.
Estira los brazos hacia los lados y casi me da un puñetazo en la cara.

-Buenos días—, murmura mientras se quita el sueño de los ojos.
—Buenos días, colega—, le digo mientras vuelvo a abrazarla.
Erica se ríe un poco. —¿Así que ya sabes quién soy esta mañana?
—¿Podemos no hablar de anoche?—. gimo.
—Oh, no—, dice Erica con el ceño fruncido. -Tenemos mucho de qué hablar-.
Soltando una de mis manos de alrededor del cuerpo de Erica, me aprieto la mano en la frente. —¿Qué he dicho?—
—¿Me estás diciendo que no te acuerdas?—. pregunta Erica con sarcasmo.
—Dime lo que he dicho—, murmuro con frustración. Mi cabeza no está de humor para juegos esta mañana.
Erica se sienta en la cama y me deja sin aliento. Cada vez que la miro es como la primera vez. Su boca forma una —O perfecta mientras bosteza suavemente.
—Dijiste que estabas celoso y que eras estúpido—, me dice, y noto que me pongo rojo de vergüenza. —¿Quieres explicarme lo que quisiste decir?—.

—Eh—. Me rasco la nuca torpemente. —¿Podemos hacer como si no hubiera dicho nada anoche?—.
—No—, dice Erica mientras hace saltar la 'p'. -Tienes que confesar—.
—¿Y si no lo hago?— Pregunto en voz baja.
—Entonces no volveré a la Manada del Norte nunca más—. Erica dice con seguridad y sé que está diciendo la verdad.
La observo atentamente mientras pienso en cómo explicarle lo que tengo que decirle. Está sentada con las piernas cruzadas y se muerde el labio inferior. Su enorme sudadera se le cae de un hombro y sé que no lleva sujetador debajo. Mi polla se retuerce dolorosamente en mis vaqueros mientras la miro. La necesito.
Me inclino hacia delante, le cojo la cara con las manos y le doy un beso en los labios. Inmediatamente, me rodea el cuello con los brazos y profundiza el beso. Está claro que me necesita tanto como yo a ella. Su lengua se abre paso en mi boca y explora cada rincón.
Se separa del beso y apoya la frente en la mía. —No puedes evitar hablar de esto seduciéndome—, susurra.
—No sabía que era yo quien seducía—, me río suavemente,
—Cállate y bésame—. Me acerca y vuelve a apretar sus labios contra los míos.
Esta vez paso la lengua por su labio inferior antes de morderlo y tirar ligeramente de él. Erica gime de satisfacción y eso no hace más que avivar mi deseo por ella. Cojo el dobladillo de su sudadera y se lo paso lentamente por la cabeza. Tenía razón, no llevaba sujetador.
Me tomo un momento para admirar la belleza que tiene delante de mí. La cara y el pecho de Erica se sonrojan cuando mis ojos recorren su cuerpo desnudo. Sus perfectos pezones rosados se endurecen bajo mi mirada y eso me excita aún más.
Le rodeo la cintura con los brazos y la tumbo boca arriba. Sus pechos rebotan ligeramente al chocar contra la cama. Se lleva el labio inferior a la boca mientras espera que la toque.
-Chris—, exhala con fuerza. —Por favor.
Es toda la invitación que necesito. Aprieto uno de sus pechos con la mano y me llevo su pequeño capullo rosado a la boca. Paso la lengua por su pezón y su espalda se arquea sobre la cama. Me encanta lo receptiva que es a mis caricias.
De repente, me vienen a la mente los recuerdos de mis hermanos destrozando su cuerpo e intento apartarlos. Pero es inútil. De repente me siento mal sin mis hermanos presentes y por fin. entiendo lo que Erica ha estado diciendo todo el tiempo. Los cuatro debemos estar juntos.

Me siento sobre los talones y miro a la diosa que tengo delante.
—Quería tenerte para mí solo—, admito.
Erica cruza rápidamente los brazos sobre el pecho y se sienta en la cama. Ladea la cabeza mientras espera a que continúe.
—Pero ahora entiendo lo que has estado diciendo todo este tiempo—, continúo. —Me doy cuenta de que este vínculo no está completo sin los cuatro juntos—.
Las lágrimas empiezan a correr por las mejillas de Erica mientras me mira, pero no me dice ni una palabra. Me acerco y le limpio las lágrimas que caen por su cara. Le doy un beso en cada una de las lágrimas. De repente, Erica se lanza hacia delante, me rodea el cuello con los brazos y aprieta sus labios contra los míos.
Se separa del beso y me mira con una sonrisa en la comisura de los labios. —Gracias—, susurra antes de volver a pegar sus labios a los míos.

Maldecida con los trillizos alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora