Cap 101 La manada del oeste

3.4K 240 1
                                    

Punto de vista de Ace

La sala de conferencias de la manada bulle de expectación. El Alfa de la Manada Oeste y su hijo llegarán en cualquier momento.
Sorprendentemente, no fue difícil conseguir que vinieran. Les dijimos que queríamos discutir los términos del tratado entre nuestras dos manadas. No es mentira. Rompieron el tratado cuando intentaron ocultarnos a nuestra Luna. El tratado entre nuestras dos manadas termina hoy.
Erica está sentada entre Bryce y Chris en la gran mesa de conferencias. Sus piernas rebotan bajo la mesa. Veo que Bryce pone la mano debajo de la mesa, intentando estabilizar el constante rebote de Erica, pero es inútil. Su ansiedad inunda el aire de la habitación.
Durante la última semana hemos aprendido mucho sobre los poderes de Erica a base de ensayo y error. Resulta que puede proyectar algo más que fuerza sobre los que la rodean. Si sus emociones son lo suficientemente fuertes, todos podemos sentirlas.
—Quizá sería mejor que esperara fuera—. La voz de Erica tiembla de nerviosismo.
—Tienes que estar aquí—, le dice nuestro padre con una sonrisa amable en la cara. —Eres la Luna de esta manada—.
—Soy la Luna del futuro—, dice ella mientras baja la mirada hacia sus manos que están recogidas en su regazo.
—Mi compañera ya no es miembro de esta manada—, dice Padre con tristeza. —Así que eso te convierte en la Luna de esta manada.
Erica mira entre los tres y vuelve a mirar sus manos antes de asentir con la cabeza en señal de comprensión.
—Zorrita, tienes que calmarte—. Chris intenta calmar las emociones de Erica. —Tus emociones nos están sofocando—.
Erica respira hondo, intentando calmar sus emociones.
—Nadie te va a alejar de nosotros—, Bryce le aprieta las piernas.
—Has sido marcada y apareada—.
De repente, la tensión en la habitación se alivia un poco y todos podemos respirar hondo.
Los ojos de nuestro padre se ponen vidriosos y sé que está enlazando mentalmente a nuestra Beta. —Están aquí-, dice nuestro padre en voz alta.

Nuestra Beta abre la puerta de la sala de conferencias y el Alfa de la Manada Oeste y su hijo entran en la habitación. Espero que la sensación de ansiedad vuelva a llenar la sala, pero los sentimientos que surgen de Erica son de odio y rabia.
Sus emociones nos golpean a los cuatro como una tonelada de ladrillos haciendo que todos gruñamos furiosamente en cuanto entran por la puerta. El Alfa y su hijo dan un paso atrás al vernos gruñir en su dirección.
Por fin puedo controlar mis emociones y me acerco a Erica. Le pongo las manos en los hombros y siento cómo se disipa la ira en la habitación.
—Lo siento—, susurra mientras le doy un beso en la sien. —Haré todo lo posible por mantenerlo bajo control—.
El alfa de la manada del Oeste se adelanta y tiende la mano temblorosamente para que mi padre se la estreche. Mi padre se sacude las emociones de Erica de la cabeza y estrecha la mano del Alfa antes de hacerle un gesto para que se siente a la mesa. El hijo del alfa se sienta dócilmente junto a su padre, sin reconocer a nadie en la sala.
—Estoy seguro de que podéis adivinar por qué estamos todos aquí-, empieza mi padre.
—Ya que Erica está aquí, supongo que se trata de sus padres y de lo que hicieron—, dice el alfa bruscamente.

Otra oleada de ira se extiende por la habitación y aprieto los hombros de Erica intentando que se calme. Me tomo un momento para evaluar a los dos hombres que tengo delante. El alfa es un hombre corpulento con sobrepeso. Su barriga le desborda por encima de los pantalones y su camisa parece varias tallas más pequeña. Su hijo, en cambio, no parece en absoluto de sangre alfa.
Es mucho más pequeño que su padre, apenas más alto que la propia Erica. No puede pesar más de cien libras. Ahora entiendo por qué era tan importante para ellos que Erica lo hiciera más fuerte.
-Sabemos la verdad de lo que pasó—, mi padre intenta mantener la calma. —Estamos aquí para discutir el tratado entre nuestras dos manadas—.
El Alfa de la Manada Oeste se burla en voz alta. —No tengo ni idea de lo que estás hablando—.
—No hay necesidad de mentir—, digo tan fríamente como puedo.
—Nuestra madre ya se ha sincerado. Lo cual estoy seguro de que ya sabéis porque se ha refugiado en vuestra manada—.
El alfa se remueve incómodo en su asiento y su hijo se niega a levantar la vista de la mesa que tiene delante. —Seguro que puedes entender por qué querríamos mantener a Erica dentro de nuestra manada. Suponiendo que sea la legendaria loba blanca.
—Lo que Erica sea o no sea no te importa—. Bryce gruñe enfadado. —Trataste de mantener a nuestra compañera predestinada lejos de nosotros: Sabías lo que hacías—.
—No teníamos forma de saber que Erica se habría apareado con todos tus hijos—, el Alfa se echa hacia atrás en su silla y ésta cruje ruidosamente bajo su peso.
—Lo sabíais—, gruñe Chris. —Conspiraste con nuestra madre—.
—Es tu palabra contra la mía—, dice el Alfa. —¿Qué vas a hacer?
¿Desafiarme por mi manada por un simple malentendido?—.
—En realidad—, digo con una sonrisa en la cara. —No es mala idea
El Alfa se burla en voz alta. —No puedes hablar en serio. No podíamos saber que Erica estaba destinada a aparearse con tus hijos—.
De repente, Erica habla. —Aunque no lo supieras, inventaste una mentira para desterrar a mis padres de tu manada cuando no quisieron entregarme a tu hijo—.
—Tu padre era una pésima excusa para un Beta—, gruñe el Alfa en voz alta.
Erica se pone en pie de un salto y gruñe con fuerza. Su ira y frustración llena la habitación. —Te reto por tu manada—.
—Desafío aceptado—, dice el Alfa con una sonrisa de satisfacción en la cara.

Maldecida con los trillizos alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora