Cap 35 Un poco mas que cerca

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Punto de vista de Ace

[Contenido para adultos]

Abro los ojos antes de que salga el sol. Erica está acurrucada en mi brazo y sigue durmiendo profundamente. De vez en cuando suelta un pequeño ronquido y es lo más bonito que he oído nunca.
La rodeo con mis brazos y la atraigo hacia mí. Apoya la cabeza en mi pecho y suelta un suave suspiro antes de volver a tranquilizarse.
Le doy un beso en la frente e intento volver a dormirme, pero no puedo. Sólo lleva puestas las bragas y mi camisa abotonada.
Anoche, cuando salió del cuarto de baño sin más ropa que mi camisa, casi le suplico que se acueste conmigo en ese mismo momento. Pero sé que quiere que su primera vez sea con los tres.
Lo entiendo, pero eso no significa que anoche no quisiera saltar sobre sus huesos. Especialmente después de esa increíble mamada.
Erica empieza a moverse en mis brazos y suelta un pequeño bostezo. —¿Qué hora es?— Pregunta mientras estira los brazos a los lados.

—Todavía es pronto—, le digo en voz baja. —Puedes volver a dormir—.
—¿Por qué no estás durmiendo?— me pregunta mientras vuelve a acurrucarse en mi pecho.
—Siempre me levanto temprano—, le digo. —Llevo levantada como una hora—.
—¿Qué has estado haciendo todo este tiempo?—. Me mira a través de sus gruesas pestañas oscuras.
—Verte dormir—, le confieso.
—¿Qué? Erica se separa de mí y me mira como si estuviera loco. -
Qué cosa más rara—, bromea.
—¿Sabías que roncas mientras duermes?—. le digo bromeando.
Erica suelta un grito de sorpresa. —No ronco.
—Claro que sí—, me río.
Erica se sonroja y vuelve a esconder la cara en mi pecho. —Siento haberte desvelado—.
—No lo has hecho—, la estrecho contra mi cuerpo. —Nunca he dormido mejor que cuando estoy a tu lado.

—Solo has dormido a mi lado dos veces—, arquea una ceja y me mira como si le estuviera mintiendo.
—Y esas fueron las dos mejores noches de sueño que he tenido-, le digo con una amplia sonrisa dibujada en la cara.
—Deberíamos volver a la manada antes de que se den cuenta de que hemos desaparecido—, intenta zafarse de mí.
—Oh, los hermanos ya se han dado cuenta de que no volvimos a casa anoche—, me río. —Llevan toda la mañana enlazándome la mente para pedirme detalles—.
—¿Qué... ¿Qué les has contado?. La cara de Erica vuelve a sonrojarse e intenta esconder su rostro en mi pecho una vez más.
—Oye—, le digo mientras inclino su cabeza hacia la mía. —Los hermanos y yo prometimos que no nos guardaríamos secretos—.
—Entonces, les dijiste...—. Erica traga saliva. —... lo que hice?—
—Puede que lo haya mencionado—, digo como si no fuera para tanto.
—Dios mío—, gime Erica mientras esconde la cara bajo la almohada. -Deben pensar que soy una puta.
—¡Qué! ¿Por qué iban a pensar eso?—. No puedo evitar reírme un poco.

—Porque HICIMOS cosas en nuestra primera cita—, gime desde debajo de la almohada. —Las chicas buenas no hacen cosas así en la primera cita—.
—Eres nuestra pareja—, le digo mientras intento quitarle la almohada de la cabeza, pero ella se niega a soltarla. —Es normal sentirse atraído por tu pareja y querer estar cerca de ella.
—Estábamos un poco más que cerca—, murmura Erica.
Finalmente le arranco la almohada de los dedos y la tumbo boca arriba con un movimiento rápido. Atrapo su cuerpo bajo el mío y miro sus ojos azules. —No me importaría volver a estar más que cerca. Aprieto mi cuerpo contra el suyo y Erica gime suavemente.
—Deberíamos volver—, dice Erica sin aliento mientras sigo apretando mi cuerpo contra el suyo.
—¿Seguro que no quieres jugar una vez más antes de volver?—. le pregunto antes de besarla por todo el cuello.
Desabrocho lentamente el botón superior de la camisa que cubre su delicioso pecho y luego el segundo. Erica contiene la respiración mientras mis labios siguen bajando por su cuello hasta llegar a su pecho. Incapaz de contenerme por más tiempo, le arranco la camisa del cuerpo, haciendo volar los botones por la habitación. Su piel lechosa queda al descubierto y sus perfectos pezones están duros.

Me agacho, cojo uno de sus hermosos pezones y lo chupo suavemente.
—Ace—, exhala con fuerza. —No deberíamos...
Introduzco las manos entre nuestros cuerpos, dentro de sus bragas, y paso los dedos por su húmeda raja.
—No parece que quieras que pare—, gimo.
—No quiero—, exhala con fuerza. —Pero los hermanos...
—Mis hermanos querrían que te sintieras bien—, susurro junto a su oído.
—¿Cómo lo sabes?— Susurra.
—Porque me dijeron que me asegurara de que volvieras a casa satisfecha—, gimo junto a su oído mientras deslizo un dedo dentro de ella.
Las caderas de Erica se agitan contra las mías y sé que la tengo exactamente donde quiero. Engullo sus labios con los míos y aprovecho sus jadeos y gemidos para deslizar la lengua en su boca. Se siente increíble alrededor de mi dedo. No veo la hora de sentirla alrededor de mi polla.
Poco a poco añado otro dedo y empiezo a frotar su clítoris con el pulgar. Las caderas de Erica rechinan contra mi mano pidiendo más. Hago rodar uno de sus pezones entre mis dedos con la mano libre, sin apartar los ojos de su cara. Quiero verla deshacerse bajo
mis caricias.
Los ojos de Erica se abren de par en par cuando levanta la vista hacia mí y sus medias centrales son mis dedos. Sigo pasando el pulgar por su clítoris y ella grita mi nombre. Su cuerpo tiembla y se estremece cuando se ve empujada al límite y encuentra su liberación. Retiro los dedos de su apretado coño y lamo sus jugos.
—¿Te he dicho ya lo increíble que sabes? Sonrío mientras la miro.
Erica se sonroja varios tonos antes de cubrirse la cara con las manos.
—Vamos, zorrita—, le digo mientras recorro su cuerpo con las manos. —Vamos a casa antes de que haga algo de lo que nos arrepintamos los dos—.

Maldecida con los trillizos alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora