Cap 68 Seguir adelante

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POV de Bryce

Quiero volver al Bunny Club, pero Ace se opone. Está causando una grieta en nuestra relación. Cada conversación que tenemos siempre gira en torno a Erica y Chris, que luego se convierte en una discusión.
Esta mañana no ha sido diferente. Ace salió de mi habitación dando un portazo. Voy de un lado a otro de la habitación con los puños apretados por la rabia. Ace cree que Erica volverá por sí sola, pero yo quiero volver al Bunny Club, sacarla a rastras y traerla a casa.
Unos ligeros golpes en la puerta interrumpen mi paseo. Sé que el golpe es demasiado suave para ser Ace.
—¿Qué? Gruño a través de la puerta.
—Querido—, la voz de mi madre suena dulcemente mientras grita a través de la puerta. -¿Puedo hablar contigo un momento?—.
Me paso los dedos por el pelo, frustrada, antes de abrir la puerta enfadada. Mi madre ignora mi enfado y entra en mi habitación con una sonrisa radiante.
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—¿Qué quieres? le pregunto fríamente. Sigo creyendo que fue ella quien hizo que expulsaran a los padres de Erica de la manada del Oeste. No confío en nada de lo que dice.
—Sólo quiero que sepas que Amber Lockhart vendrá hoy más tarde. Quiero que le enseñes la casa—. Mi madre cruza los brazos sobre el pecho y sé que no se puede discutir con ella.
—¿Amber como la hija del Beta de la Manada del Este?—. pregunto con curiosidad.
—Sí, sus padres la envían aquí para el entrenamiento de Luna con Ashley—, me dice mi madre.
—¿Por qué Ashley no puede entretenerla?—. gruño. Lo último que quiero es tener a una chica siguiéndome todo el día. La única chica con la que me interesa estar es Erica.
Mi madre suelta un sonoro suspiro. —Las dos sabemos que Ashley no es un buen modelo a seguir. Por mucho que lo intente no será material Luna—.
—¿Por qué no puede Ace ser su chaperón?—. Pregunto malhumorada.
—Ace tiene otros asuntos que atender—, mi madre arruga la nariz con disgusto. Me doy cuenta de que no aprueba la excusa que le ha dado Ace.
—Da igual—, murmuro. —¿Cuándo llegará?
—Debería llegar dentro de una hora—, la sonrisa de mi madre se vuelve más brillante. —Yo que tú me daría una ducha—.
Levanto el brazo, me huelo la axila y arrugo la nariz. No creo que pueda oler peor, no recuerdo la última vez que me he duchado.
Sin mirarme ni un segundo, mi madre sale de mi habitación. Me presiono la frente con el talón de la mano para aliviar la presión que se me acumula detrás de los ojos. Me dirijo al cuarto de baño y enciendo la ducha al máximo antes de entrar.
Me apoyo en la pared de la ducha e intento que mi cuerpo se relaje bajo el agua caliente y humeante. Pero por alguna razón me siento más tenso de lo normal. La última vez que vi a Amber fue hace diez años. Era una niña con sobrepeso, pelo rojo brillante y pecas a la que mis hermanos y yo atormentábamos sin descanso. Espero que no nos guarde rencor como Erica. No creo que pueda lidiar con otra mujer malhumorada.
Alrededor de una hora más tarde, estoy sentado en la habitación delantera de la casa de la manada esperando a que Amber aparezca. Llaman a la puerta y me invade una sensación de terror.
Uno de los Omegas corre hacia la puerta para saludar a nuestra invitada y mi madre le sigue rápidamente. Oigo a mi madre reír a carcajadas desde la puerta principal y oigo una risa melodiosa que acompaña a la de mi madre.
Mi madre entra de nuevo en la habitación delantera de la casa de la manada con una hermosa pelirroja. Miro alrededor de mi madre buscando a la Amber con sobrepeso que recuerdo pero no hay nadie más con ella.
—Bryce—, dice mi madre alegremente. —Estoy segura de que recuerdas a Amber—.
Sacudiendo la cabeza de un lado a otro trato de encontrarle sentido a lo que estoy viendo frente a mí. La niña que antes era gorda y estaba cubierta de pecas es ahora una de las mujeres más hermosas que he visto nunca. Su pelo rojo oscuro cae como la seda por su espalda y sus ojos castaños oscuros me miran divertidos.
Amber suelta una risita al ver mi cara de asombro. —Tengo un aspecto un poco distinto al de hace diez años—, sonríe Amber y juro que ilumina toda la habitación.
—Puedes repetirlo—, suelto sin pensar.
—Os dejo para que os pongáis al día—, dice mi madre mientras sale a hurtadillas del salón.
Amber se sienta en la silla frente a mí y nos miramos durante unos instantes antes de que me atreva a hablar.

—Creo que te debo una disculpa—, le digo.
Amber rechaza mis palabras con un gesto de las manos. —No hay nada de lo que disculparse—, dice con dulzura. —Los dos éramos jóvenes la última vez que nos vimos. Los niños serán niños—.
Dejo escapar un pequeño suspiro de alivio y no puedo evitar comparar las diferencias entre Amber y Erica. Erica nos guardaba rencor a todos desde que tengo memoria, pero Amber está dispuesta a perdonar y olvidar sin más. Es como un soplo de aire fresco.
—Entonces, ¿qué quieres ver?— le pregunto a Amber.
Amber me mira con las pestañas entreabiertas y tira de su labio inferior entre los dientes. —¿Qué te gustaría enseñarme?—.
—Joder—, gimo internamente. Tenemos problemas.
Tenemos una compañera—, gruñe mi lobo Azul en mi cabeza.
'Nuestro compañero nos dejó', le digo a Azul.
—Tengo varias cosas que me gustaría enseñarte—, le digo seductoramente a Amber.

Maldecida con los trillizos alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora